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sábado, 6 de abril de 2013

El turco se pasa de la raya.

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Un sujeto llamado Yasser al-Ajlouni, sheikh salafista, según el órgano iraní en lengua francesa Al-Alam, ha hecho pública una fatwa en un vídeo colgado en Youtube,  en el que declara textualmente:

”Está permitido capturar mujeres sirias y abusar sexualmente de ellas”.

No contento con esta hazaña, amenaza con emitir próximamente otra fatwa en la que autorizará el sometimiento como esclavas, a aquellas mujeres que sean capturadas por los combatientes de su causa.

Dichos elementos poseerán a las mujeres sin vínculo alguno de matrimonio, sin pagar la obligatoria dote que exige el Corán, y carecerán de obligación alguna hacia ellas, si no es la de reconocer a los posibles frutos del cruel atropello.

En Jordania, la Red se ha incendiado con protestas de ciudadanos civilizados que reclaman la acción del gobierno o incluso de la Interpol.

Por otra parte, el principal diario de El Cairo, El-Watam, ha publicado estos días un anuncio, remitido por una sociedad egipcia, solicitando “muchachas piadosas con velo y portadoras del niqab”.

Ante semejante pretensión, organizaciones egipcias de la defensa de los derechos de la mujer han reclamado del gobierno una reacción que impida que las “desdichadas mujeres sirias sean objeto de un escandaloso fondo de comercio, por parte de traficantes y corruptos”.

Una mujer refugiada siria de 28 años, Um Majed, declara que se gana la vida buscando jóvenes esposas para árabes ricos de todo Medio Oriente. 

Ella era una simple ama de casa en Homs, cuando se vio obligada a refugiarse en Jordania. Su nombre significa “madre de Majed”, su joven hijo herido en los combates de su país, mientras su marido, que era taxista, está retirado en su casa por enfermedad.

Um recibe a una madre de 12 niños, Nezar, así mismo refugiada siria, que viene a buscar un marido para su hija enumerando sus méritos, mientras la anfitriona sirve unas tazas de café turco caliente.

“Es grande y bonita, le dice a Um Majed. Va a terminar el séptimo curso”. “Hay un hombre saudí disponible” responde Uma. Y eso es lo que esperaba oír Nezar.

Los saudíes con sus bolsillos repletos de petrodólares pagan buenos precios. La madre alberga buenas esperanzas respecto del saudí. Um también. Recibirá 287$ de cada una de las partes.

La hija de Nezar tiene 17 años. El saudí 70.

La única explicación que ofrece Um es suficientemente expresiva: ” Si ustedes supiesen como viven los sirios aquí, comprenderían porque dan a sus hijas en matrimonio a quien quiera tomarlas. La gente es pobre y hace cualquier cosa para pagar el alquiler de su casa”. Así de sencillo.

Si a todo esto añadimos que el Corán prevé los matrimonios temporales, tal vez podamos imaginar, sin riesgo a un gran error, que algunas de estas desgraciadas jóvenes volverán a su antiguo hogar pasados unos años. O quizás unos meses.

Mientras tanto, en un concurso de canto que organiza la televisión de Israel, copia del francés “The Voice”, acaba de ocurrir un hecho que pone de relieve hasta que extremo ha llegado el grado de “apartheid” judío, denunciado infatigablemente por los demócratas de Hamas y compañía.

Resulta que la final del concurso se debatía entre dos candidatas. Una de ellas llamada Ophir Ben-Shitrit, de 17 años, la edad de la joven vendida al saudí, es una estudiante perteneciente a la minoría ortodoxa judía vecina de la localidad de Ashdod. La otra es una joven estudiante de Biología y políglota en cinco lenguas, así como voluntaria de la Cruz Roja israelí, llamada Lina Makould. Ah! y es árabe-israelí del pueblo de Acco.

Pues mire usted por donde ganó Lina. La árabe.

El jurado se había rendido ante su interpretación de Empire State of Mind, de Alicia Keys. Aunque la canción que interpretó en la final fue el Alleluya de Leonard Cohen.

Y para coronar la fiesta y que no falte de nada, la dirección del establecimiento judío de Ashdod, en el sur de Israel, ha hecho excluir durante dos semanas del liceo religioso en el que estudiaba a la joven y hermosa Ophir, para castigarla por haber cantado ante un público en el que figuraban hombres, falta sancionada por el judaísmo ortodoxo.

Al parecer los padres de la afligida concursante aprueban el castigo decretado, consistente en un curso especial de preceptiva judía.

Así y todo, la jovencita parece que sabe defenderse por sí solita y ha declarado que “la Torah quiere que encontremos los caminos de la felicidad y la música hace feliz a la gente. Creo que podríamos cantar y, al mismo tiempo estudiar la Torah”

Como podréis haber apreciado, en este mundo hay mucha gente intolerante por todas partes, pero ojalá que la pobres mujeres árabes de Siria sufriesen únicamente los problemas de Ophir, o gozasen de las ventajas de Lina.

La chica árabe de Israel.

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