Bueno, para ser honesto, debo confesar ante todo mi
irresistible fobia por un pintamonas indigno de ese nombre -que hace referencia
a un honestísimo oficio- llamado Javier Mariscal.
A su deleznable condición de okupa en una profesión que,
hasta su llegada a lomos del socialismo del jefe de los GAL, reunía a
profesionales contrastados entre los que he tenido el honor de figurar, añade
la de siembraboñigas y co-creador, junto a lumbreras del pelaje de Ceseepe o El
Hortelano, de lo que algunos conocemos como la cultureta de “El Chafardero Indomable”(*).
Javier Mariscal representa, con una exactitud de reloj
suizo, el paradigma de esa condición tan carpetovetónica como es el recurso a
la improvisación cutre, ante
cualquier problema nacional de los muchos que este país ha padecido
históricamente.
El rechazo de la cultura burguesa (o cultura ilustrada),
única cultura posible para superar el analfabetismo proletario en todo el
mundo, con argumentos tan sutiles como el de calificarla de “franquista”, no es
que produzca arcadas intelectuales, es algo mucho más grave y de consecuencias
incalculables.
Cuando el Partido Socialista Obrero Español alcanzó el
poder, tras años de presiones más o menos discutibles desde el punto de vista
democrático, se encontró con que, al liquidar al viejo partido histórico en el
exilio, se había quedado sin uno de los recursos esenciales de toda formación
política, como es su soporte intelectual; o sea, un conjunto de personalidades
prestigiosas del ámbito cultural que le proporcionan una especie de garantía moral.
Pero, ”a este país no lo va a conocer ni la madre que lo
parió”, dijo con su refinado estilo ese prodigio intelectual que es Alfonso
Guerra, cuyos más reconocidos méritos
culturales consistieron en el desempeño de la dirección del TEU de la
Universidad de Sevilla, eso sí, escuchando a Gustav Malher que, escasamente
conocido en su barrio sevillano, le proporcionó el aura sagrada de pontífice
cultural entre el entusiasta grupo de analfabetos frotachepas del que siempre supo estar
rodeado, hasta que la historia y los españoles lo elevaron al pináculo del poder.
Una vez más el voluntarismo, la confianza en la magia de las
palabras, fue el mísero recurso que la corta inteligencia de aquel líder
encontró. Lo que proponía como cambio, no consistía en una revisión a fondo de
los funestos argumentos históricos de nuestro pobre país; se trataba
simplemente ( ¡Tó p’al pueblo!) de un
cambio de nombres en la nómina de corruptos y trincones que han constituido
secularmente la consecuencia, sino la causa, de los males que nos afligen desde
el paleolítico.
La improvisación, virtud aclamada con entusiasmo por nuestra
sociedad como signo de identidad nacional, frente a la reflexión, el estudio,
la dedicación y la curiosidad que han encaminado siempre el progreso de este
mundo, puso en evidencia de nuevo su fatal vigencia.
Si hacían falta intelectuales para constituir la imagen de
la “nueva España” (¡otra vez!), se buscaban bajo esa premisa fundacional del
socialismo moderno, que se expresa con la instrucción del “como sea y donde sea, ¡pero ya!”,
o sea por ejemplo, entre los dibujantes de míseros “fancines” de El Rastro
madrileño. Rojos, claro. O sea Javier Mariscal y sus acólitos.
El prestigio de lo cutre; de lo basto; de lo maleducado; de
lo feo; de lo mediocre, no era el resultado de una sofisticada búsqueda, al
estilo del malditismo parisino post-romántico. Era el resultado del afán de
ejercer el poder a costa de lo que sea, por parte de quienes carecían del más
mínimo repertorio cultural. Sin criterios todo vale. Y cualquiera es doctor,
como muy bien decía el tango.
De esa forma, y con ingentes inversiones para el lanzamiento
de los nuevos talentos con cargo a los presupuestos del estado, el
emborronapapeles Javier Mariscal se montó en marcha en el tren de la cultura
progre del que nadie se apea, y esto es lo malo de estas cosas, aunque el poder
político cambie de mano. Y ahí sigue. De Almodovar, que es el trasunto de
Mariscal en el cine y con el que este prepara “un proyecto”, ya he hablado
demasiado para sus méritos.
La irresistible ascensión de esta clase de rufianes de la
cultura no suele tener más límite que el que poseen su propia estupidez y cinismo.
O sea ninguno. Y hoy el Doktor Mariskal imparte cursos en la ya definitivamente
devaluada Universidad Internacional de Verano de Santander.
Observad el incomparable “estilo” de este consumado artista,
en la pluma de la becaria de turno, en El Mundo.
“Es como si Franco no
hubiera muerto” dijo el diseñador Javier Mariscal para referirse a la situación
actual del arte en España. “Parece ser que desde la gestión de los Presupuestos
Generales del Estado hay unas tendencias políticas a dejar la cultura (sic)”
Es obvio que nuestro héroe desconoce las más elementales reglas de la sintaxis
y, lo que es aun peor, el significado elemental de los conceptos que manipula.
"Estos
señores no sé si son hijos o nietos de Franco, pero están en las mismas:
cultura es igual a rojos, igual a gente que no está de acuerdo con nuestras
ideas...", declaro. "Alucino por
un tubo, cultura es algo tan, tan importante que si no lo
tuviéramos, nos estaríamos matando unos a otros", prosiguió para explicar
que es la salsa que ayuda a la gente a convivir (la
becaria tampoco es manca, la criatura).
"Si
en algo hay que recortar hay que hacerlo en otro tipo de cosas, pero en
enseñanza, educación y cultura, no", indicó para señalar que es algo
básico para sobrevivir y tener una sociedad cada vez más justa. Aun así, se
consideró una persona muy optimista (!) y puso como ejemplo su propia experiencia
en la que empezó de cero y pasó de trabajar en una fábrica en la que empleaban
a niños, a desarrollar su labor en un estudio en el que se crean conceptos e
ideas. "Hoy en día me niego a ver sobre todo los telediarios",
confesó para explicar que no sigue la actualidad a través de los medios de
comunicación. "Si me leo algo de algún periódico son las contraportadas,
alguna 'columnita' y algo de deporte para animarme y decir 'Hemos ganado la Copa Davis...'", prosiguió
para indicar que prefiere no conocer las cosas malas que le destrozan el día. (¡Uffffh!
¡que tortura ochessss..!)
Como
ilustración, utilizó su situación personal: "Hace un año fue desastroso
para mí, en el estudio tuve que hacer una reconversión bestial y nos pilló
completamente sin darnos cuenta debiendo muchísimo dinero a los bancos".
"Yo no sé si el señor Rajoy es presidente de España, no lo he visto entrar
ni salir de La Moncloa, cosa que me da mucho relajo", apuntó. "O la señora aquella, Santamaría, o quien sea con peineta...",
añadió para reafirmar su desconocimiento de los asuntos políticos y del rescate
económico que protagoniza las informaciones. "Por eso, no puedo hacer una
viñeta de esta actualidad", concluyó.
(Fin de la reseña)
(Fin de la reseña)
¡Y este tipo da conferencias de prensa
y sus estupideces son publicadas!
Bueno, comprenderéis que, una vez
comprobada la capacidad mental de este homínido, no queda nada por añadir. Su brillantez
intelectual solo es comparable a la paupérrima calidad de sus garabatos.
Pregunta: ¿Qué demonios hace un
incapacitado mental como este impartiendo una cátedra en la veraniega
universidad de La Magdalena, codeándose
(espero que no) con gente de la talla de un Vargas Llosa?
Respuesta. Lo malo es que no hay
respuesta, porque estas cosas ya ocurren aquí con tan automática frecuencia,
que a nadie se le habrá ocurrido hacer la pregunta. Probablemente porque nadie
se atreve. Tal es el poder que gentuza como este mariscal de pacotilla han ido
acumulando entre un pueblo sobrado de soberbia ignorancia. Pueblo, por otra
parte, que ya ha conseguido el prodigio de poseer (y eso debe de constituir
otra “conquista” de la clase trabajadora) unos ídolos tan ignorantes como él
mismo.
Pero aun hay algo aun peor, si cabe,…
algunos amigos que cuentan con mi mayor respeto y cariño, y que me honran
leyendo estas pobres ocurrencias, han sucumbido al dudoso encanto de este
funesto personajillo, y esto me sume en una más de esas perplejidades que
siembran mí ya de por sí (apaciblemente) inquieta existencia.
Será que tiene que haber de todo en la
viña del Señor. Seguro.
Claro que luego uno bebe lo que le da
la gana. ¡Hasta ahí podíamos llegar!
(*)Impagable
periódico de historieta creado por el incomparable Cifré para “El Pulgarcito”,
en el que trabajaba el legendario Reporter
Tribulete, que en todas partes se mete.
PS
http://www.youtube.com/watch?v=glpfA6wL9NI&feature=player_embedded
En este enlace este mariscal de tebeo se nos muestra en su total y patética realidad. Si teneís valor podeis echarle un vistazo. Comprobareis que mi mala leche no ha exagerado en absoluto las "calidades" del sujeto, que ya en el '87 era idéntico a sí mismo. Entre otras lindezas declara ".../...amar a una persona, o una cosa, que es lo mismo...". ¡Asombroso!
PS
http://www.youtube.com/watch?v=glpfA6wL9NI&feature=player_embedded
En este enlace este mariscal de tebeo se nos muestra en su total y patética realidad. Si teneís valor podeis echarle un vistazo. Comprobareis que mi mala leche no ha exagerado en absoluto las "calidades" del sujeto, que ya en el '87 era idéntico a sí mismo. Entre otras lindezas declara ".../...amar a una persona, o una cosa, que es lo mismo...". ¡Asombroso!