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martes, 27 de marzo de 2012

Civilización ( o sea, Civilización Occidental)

Canónicamente debería comentar el resultado de las elecciones autonómicas andaluzas. No lo voy a hacer por hastío.

Aunque con ello no acostumbro a tener mucho éxito entre mis contertulios, suelo utilizar un apotegma que declara a los gobernantes como la más genuina representación de los anhelos del pueblo, ya sea esto en una dictadura o en una democracia, del mismo modo que la nata está constituida por idéntica materia que la leche, y únicamente se distingue de esta porque ocupa la capas superiores.

Lo sucedido el pasado domingo corrobora fatalmente esa desagradable afirmación al habernos puesto inpúdicamente en evidencia una de las más deleznables interioridades morales de nuestro querido pueblo.

La denuncia pública y sin escapatoria posible de un tejido social gangrenado por la corrupción más obscena, lejos de liquidar definitivamente a un régimen que en treinta años había acabado por usurpar el espacio político al sistema democrático, esa denuncia, digo, ha sido deglutida y metabolizada civilmente por los votantes como lo que siempre ha sido: una forma de entender la vida

Al parecer, más de la mitad de los ciudadanos de esa región no rechaza la corrupción. Simplemente aguarda su oportunidad para participar en el reparto del botín. Incluso es posible que algunos de ellos la valoren como una conquista social.

Le temps ne fait rien à l’affaire, decía con sabiduría tonton George. Dos años tardó la Pepa en ser enterrada por el pueblo soberano al grito de ¡vivan las caenas! y doscientos tardó ese mismo soberano pueblo en enterrar otra oportunidad de salir de la mugre histórica, mientras gritaba entusiasmado ¡viva la podredumbre!

“Andalucía: una isla de sangre roja en un océano de sangre azul. Izquierda Unida hace fracasar el deseo de acceso al poder absoluto del señorito andaluz.”

Esta proclama propia de los tiempos del delirio anarco-comunista de Casas Viejas, ha sido proferida ayer mismo por un amigo progre en su “paredón” de FaceBook. Mi amigo no es un áspero campesino andaluz amargado por centurias de injusticia agraria. No.

Mi amigo es un excelente profesional madrileño de la fotografía, con formación universitaria en la especialidad de las ciencias económicas, de trato sensible y educado a quien, por una razón que no alcanzo a explicar, su conciencia reclama colocarse al lado de ese patético espectro llamado la izquierda. Sería tal vez interesante desvelar qué provoca esa especie de fervor estético, pero no estoy de humor.

Eso es lo que hay y eso es lo que somos.

Por eso quiero hablar de otra cosa. Bueno otra pero que es la misma. No sé si me entiendes.

¿Es nuestra civilización superiror a las otras? No. Simplemente las otras no son civilizaciones.

«Alcanzar la Ilustración consiste en abandonar la minoría de edad en al que el hombre se encuentra por su propia culpa. Ser menor de edad, es ser incapaz de servirse del propio entendimiento sin la dirección de otro. El hombre se encuentra por su propia culpa en ese estado de minoría de edad cuando no es la falta de entendimiento la causa, sino la falta de decisión y de coraje para servirse de ese entendimiento sin la dirección de otro. ¡Sapere aude! [¡Osa saber!] ¡Ten el coraje de servirte de tu propio entendimiento! Esa es la divisa de la Ilustración

Immanuele Kant. “Was ist Aufklärung?” (¿Qué es la Ilustración?)

Este continente está viviendo lo que yo estimo que es final de más de veinticinco siglos de ciclo inicial de nuestra civilización. Civilización que comenzó con las culturas mesopotámica, egipcia, judía, griega, latina y cristiano-romana, y que en el Renacimiento inició la revolución humanista que culminará en la Ilustración.

Existen CULTURAS diferentes. Cosmovisiones distintas. Maneras diversas de valorar colectivamente al individuo en su relación con el entorno y sus aspiraciones o expectativas. Cada una de ellas propone diversos planteamientos para intentar resolver los CONFLICTOS que esa relación conlleva. Al resultado de la puesta en práctica de esas propuestas es a lo que denominamos formas de convivencia. Estas están determinadas por sus distintos sistemas de ORGANIZACIÓN.

Cada cultura, pues, ha desarrollado sus formas de organización a lo largo de su historia, en función de sus particulares experiencias, de los conocimientos derivados de las mismas y de sus distintos entornos físicos o geográficos. En una palabra, las han definido según su TIEMPO, o sea su historia, y su ESPACIO, es decir su geografía.

Los conocimientos extraídos de las mencionadas experiencias, se adquirieron mediante la aproximación empírica a la realidad, y se desarrollaron en virtud de las intuiciones derivadas de ese contacto. Valorar esos conocimientos adquiridos y establecer reglas y códigos que los hiciesen útiles, constituyó la esencia de la cultura primitiva.

Los enigmas, o “huecos” en el conocimiento, que surgirán inevitablemente en esa práctica, serán el origen de las religiones. Estas, a falta de un método que hoy denominaríamos científico con el que racionalizar unas respuestas comprensibles para el hombre, crearon un universo de factores transcendentes, con los que aquel se tranquilizaba, y así se evitaba el efecto paralizador que la ignorancia y el temor a lo desconocido podrían desencadenar.

En esas cosmovisiones, o culturas, El HOMBRE no desempeñaba ningún papel especial. Estaba integrado en dicha realidad, creada por un ente superior, como una parte más de la misma y en competencia con el resto de sus rivales. El hecho singular de pensar, que distinguía a ese ser, era percibido como una simple característica práctica de esa especie.

Mientras las formas de organización derivaban de la naturaleza tribal o familiar de los clanes o grupos -una opción natural y zoológica compartida por todas las especies- una estructura jerárquica, generalmente basada en la experiencia, es decir en la edad, resolvía adecuadamente los problemas de convivencia individual.

Cuando los grupos tradicionalmente nómadas empezaron a asentarse en lugares concretos y más adecuados a nuevas expectativas, la proximidad espacial de diversas colectividades plantearon problemas inéditos de convivencia colectiva, que trataron de resolver por los mismos métodos violentos propios del nomadismo, inaugurando la serie interminable de los conflictos territoriales.

Compartiendo seguramente variables de una misma cultura, debió de llegarse en algún momento a la conclusión de que ese método antiguo no se adecuaba a la nueva realidad. Diversos clanes familiares seguramente empezaron a plantear anhelos y necesidades comunes más ambiciosos, para los que la colaboración de un mayor número de individuos era indispensable. Y claro, la tradicional organización jerárquica de origen clánico o familiar aportaba más problemas que soluciones. La nuevas expectativas demandaron un nuevo mecanismo de solución de conflictos entre los sujetos y aparecieron LAS REGLAS.

De todas las culturas que a lo largo de los tiempos han llevado a cabo ese intento, organizando esas reglas en códigos estables y poniéndolos en practica con mejor o peor fortuna, UNA SOLA de ellas evolucionó hacia una cosmovisión y una estrategia vital totalmente originales.

En su reflexión sobre la realidad, sus miembros extrajeron del conjunto al INDIVIDUO como ser viviente dotado de RAZÓN, y valoraron como una CUALIDAD SUPERIOR su capacidad de hacer proyectos, de dar forma a sus deseos. En consecuencia lo instituyeron como unidad esencial y MEDIDA DE TODAS LA COSAS.

Tras definirlo de esta forma, reconsideraron el valor del resto de esas cosas, que constituían su realidad, en función de ÉL. En resumen, lo situaron en el CENTRO de esa misma realidad.

Al realizar esta distinción categórica, los intereses y aspiraciones que se atribuyeron a ese individuo singular y simbólico, que representaba a todos los demás individuos, se codificaron en unas nuevas reglas que poseían unas características diferentes de las del resto de las definidas hasta entonces.

Eran los PRINCIPIOS. Se derivaban del carácter único y original de unos sujetos a los que definían como poseedores de CUALIDADES NATURALES. Esos principios individuales, que derivaban esas cualidades, aspiraban a ser universales, inamovibles y comunes al resto de todos aquellos a los que se consideraba semejantes.

Esas nuevas reglas eran precisamente lo que hacía diferentes a aquellos hombres de principios del resto de los seres vivientes.

Esos principios permanentes inspirarían las nuevas reglas de funcionamiento: LAS LEYES. Estas, basándose en la definición de la naturaleza de los individuos, ordenarían la convivencia entre ellos. Cuando esa nueva cultura surgida de aquellos principios humanizó el concepto del trabajo, vinculándolo a la cualidad de razonar, dio lugar a la TÉCNICA; cuando lo hizo en la actividad creativa: al ARTE, y en términos generales creó la idea de PROGRESO, es decir, la aspiración permanente de conseguir la superación de la etapa presente, en pos de nuevos horizontes incesantemente imaginados.

Esa cultura que descubrió en la RAZÓN el instrumento adecuado para liberar al hombre de la esclavitud de la fatalidad, sustituyéndola por el control de su propio destino, ha sido la que se denomina CIVILIZACIÓN OCCIDENTAL.

Civilización es uno de esos sustantivos que no tienen plural. Como VIDA.

Tratar de equiparar al resto de la culturas existentes con esta Civilización, llamándolas igualmente civilizaciones, es una actitud basada en el relativismo cultural. Ello sería correcto si se tratase de conceptos semejantes cualitativamente hablando. Pero existe una diferencia esencial que hace imposible esa homologación de conceptos : la Civilización parte del axioma HUMANISTA que declara al hombre principio y fin de la creación.

Para el resto de las culturas el hombre no es mas que una parte de esa creación sometido como el resto de la realidad a una voluntad superior. Sin más.

Es obvio que los orígenes remotos de nuestra Civilización deberíamos situarlos en las culturas primitivas de lo que hoy llamamos Oriente Medio y en el Mediterráneo oriental, cuyo desarrollo evolutivo dio lugar al primer concepto de Civilización. Concepto con el que los griegos clásicos distinguían a su pueblo del de los bárbaros que solo disponían de la cultura.

Más tarde, y con el final del Imperio Romano y la invasión del Islam, vinieron siglos en los que el concepto del hombre volvió a ser el de una criatura cuyo destino era manejado por dioses arbitrarios o por un dios todopoderoso, quienes regresaron del mundo arcaico a ocupar el lugar de la razón. Solo a partir del siglo XV y con la recuperación de la idea clásica de la cultura como instrumento de emancipación, el hombre vuelve a ocupar, ya definitivamente, el centro de la escena. Dos siglos más tarde, la Ilustración acabó de definirlo en virtud de la formulación de unos derechos naturales de aspiración universal, que le son propios y exclusivos.

El re-descubrimiento de la razón, y su valoración como la característica que distingue al ser humano del resto de los seres vivos, dota a ese ser de la capacidad de relacionarse con su entorno y sus semejantes en función de su voluntad y sus capacidades, y libre de cualquier poder externo a él, transcendente o arbitrario. Es lo que distingue y hace única a nuestra cultura, convirtiéndola en Civilización. El hombre libre lo es porque inventa algo definitivo: los PRINCIPIOS que definen esa libertad, y las reglas o leyes que la hacen posible.

La principal diferencia que distingue las REGLAS de los PRINCIPIOS, consiste en que aquellas son recursos prácticos que evolucionan y cambian con el desarrollo del conocimiento, mientras que estos son morales e inamovibles porque su función es la de DEFINIR; la de servir de referencia o baliza para el progreso.

En una palabra, las culturas en general poseen reglas tácticas que les permiten actuar sobre el entorno y los problemas concretos, pero viven sometidas a "fuerzas superiores" que suelen codificarse en los dogmas religiosos, porque, desde el punto de vista civilizado, sus miembros no han descubierto o inventado la libertad, o lo que es aun peor, la han descubierto y la rechazan.

La Civilización tiene un plan estratégico basado en una concepción del hombre, que establece unos principios que lo definen e identifican y que someten a él todo lo demás. En su relación con el entorno establece las reglas, de acuerdo con sus intereses, que teniendo carácter práctico, táctico, evolucionan a medida que se obtienen experiencias y conocimientos.

La civilización colocó al hombre en el centro del escenario, del universo, desplazando a los dioses o las supersticiones que trataban de explicar lo que solo la ciencia y la técnica, creaciones humanas, han ido desvelando.

Esta Civilización ha sido dominante en el mundo, porque resolvió MEJOR que las culturas los problemas que los hombres tenían planteados, en una competencia de eficiencia con ellas parecida a la que selecciona a las especies en la naturaleza.

PARECIDA pero no coincidente. Los demás seres vivos solo tienen instinto. No poseen la capacidad de pensar y razonar. Naturalmente dejo a un lado todos los conflictos, contradicciones, retrocesos y problemas morales que acompañaron y acompañan sin remedio a la evolución de la civilización, porque eso sería el objeto de otra reflexión.

Tampoco han escaseado, o escasean aún, los enemigos de esta civilización. Fuera y dentro de ella. En culturas teocráticas intolerantes, o en adversarios internos anti-ilustración, marxistas o relativistas, empeñados en aniquilar al humanismo desde su visión totalitaria de la existencia. Cabe esperar que su carácter irracional o su charlatanería cientista los condenarán antes o después.

Mientras la civilización permanecía fluyendo entre la minoría occidental que la concibió, el modo de vida y los valores promocionados por esa minoría se fueron extendiendo, haciéndose paulatinamente accesibles al resto de las culturas, ya que ese era su espíritu y la UNIVERSALIDAD su propósito último.

Esas culturas han ido asimilando los principios de la Civilización, más o menos hasta hoy. Y hoy ese control ya no reside en aquella minoría, al menos en las condiciones en las que antes lo poseía, precisamente porque su vocación es evolucionista, dinámica, y las condiciones han sido modificadas precisamente en virtud de su influencia.

En consecuencia, asistimos a una evolución radical del modelo inicial como resultado de sus propios desarrollos culturales y técnicos.

En cuanto a los principios, una vez divulgados y asimilados por la mayor parte de las culturas, han dotado a estas de la capacidad de asimilar el modelo dominante y hacer tras su maduración y mediante sus propias aportaciones, propuestas culturales originales más eficientes. A lo mejor porque no persiguen los mismos propósitos. O sea porque están proponiendo metas diferentes; modelos evolucionados a partir de los que occidente había planteado hasta ahora.

Tal vez podríamos considerar todo esto como un CAMBIO DE PARADIGMA.

Un nuevo proyecto cultural, dentro de la civilización. Nuevo porque la evolución ha tenido lugar en muy poco tiempo. Tan rápidamente, que sus últimos desarrollos ya no evocan en nada a aquellos que constituyeron sus orígenes. Y nuevo también porque, como consecuencia del avance imparable de la GLOBALIDAD, se ha roto la inercia geográfica de la anterior imagen tradicional, consistente en un área magistral concreta irradiando su influencia sobre el resto, desde su posición cenital.

Desde luego, mí generación será la que diga adiós a un poder de influencia secular europeo que en, la etapa presente, ya se desplaza rápida e inexorablemente hacia el Pacífico. El nuevo Mediterráneo del siglo XXI.

Pero esa es, paradójicamente, la mayor prueba de la universalidad e inmutabilidad de sus PRINCIPIOS.

Que, al fin y al cabo, era de lo que se trataba.

viernes, 23 de marzo de 2012

Fin de otro capítulo. Hasta el siguiente...

Bueno, la historia ha acabado como era de suponer. El héroe se lanza por un balcón mientras sigue haciendo fuego contra los uniformes y su cabeza tropieza con un proyectil que otro uniforme le ha enviado si aviso de recepción.

¿Lo hicieron bien esos uniformes? No han pasado doce horas y ya han surgido cientos de críticas, de dudas y de sospechas, como era de esperar. La muerte del malo siempre las despierta. Los entierros de los buenos no suelen estar tan concurridos.

Naturalmente de la misma manera que cualquier equipo de futbol dispone de unos cincuenta mil entrenadores que “saben” lo que hay que hacer, mejor que el titular profesional, las fuerzas de seguridad de países como Francia o España, y algunos otros, cuentan con brigadas de estrategas de barra de bar que “saben” asimismo cual era la táctica más adecuada ante un conflicto como este.

Pero la orden de proceder al asalto es una decisión política que no está al alcance de un jefe de destacamento. La vida de Mohamed estuvo entre sus propias manos pudiendo rendirse, para empezar, y entre las del ministro del interior para concluir.

Una vez tomada la decisión de entrar en el recinto del agresor, los protocolos de actuación supongo que no deben dejar lugar a dudas sobre el procedimiento a aplicar.

Según declaran los testigos, cuando los agentes estaban ya en el interior del apartamento, de unos cincuenta metros cuadrados, fueron súbitamente agredidos por el delincuente con un violento fuego en el que vació tres cargadores de ocho cartuchos del .45 en unos segundos.

Se notaba que, al parecer, no estaba muy dispuesto a rendirse.

Claro. Porque estaba solo. Porque no tenía rehenes con los que negociar. Porque todos esos datos lo situaban en una posición insostenible y sin escapatoria posible. Aunque en mí opinión nunca pensó en una eventual huida. Porque no había previsto nada. Y menos aún encontrarse atrapado en su propia ratonera.

Y porque, al fin y al cabo, hacía unos días había decidido improvisar una apasionante carrera hacia ningún sitio, y este podía ser perfectamente el salto final al vacío. La escena culminante de la película que había decidido protagonizar.

Eso sí, debió parecerle un poco corta, según declaró a su interlocutor en las negociaciones de la noche, ya que no le dejaron la oportunidad de matar a algunos sionistas o cruzados más, como había proyectado.

¿Qué puede habérsele pasado por su caótica mollera durante las doce horas en las que se mantuvo en guardia esperando el asalto inevitable? Es probable que no tuviera tiempo para pensar en sus víctimas. Seguramente se extasiaría imaginándose las caras de sus familiares y amigotes delante de las sensacionales portadas de los periódicos y los impactantes reportajes de la televisión. ¡Una pasada!

¿Y ahora qué?

Pues veréis. Se me ocurre que no estaría nada mal empezar a pensar que, si alguien no le pone remedio a esto, no tardaremos en volver a ver esta detestable película.

Hay un montón de datos que sugieren esa desgraciada probabilidad.

El más llamativo, a mí juicio, es la suicida amnesia dominante que ha hecho aparecer este episodio como algo sorprendente e inesperado, cuando en la misma Francia se echaban las manos a la cabeza en septiembre 1995 ante la muerte, abatido por los gendarmes, de otra perla llamado Khaled Khelkal, acontecimiento que despertó la santa cólera de los eternos “indignados” delante de la “brutalidad” de las fuerzas del orden.

Buen escolar en la infancia, nuestro héroe entra pronto en contacto con la cofradía de delincuentes de su barrio, se hace experto “alucinero” y da con sus huesos en la cárcel, donde se aproxima a los activistas islamistas, radicalizándose (como Mohamed). O sea encontrando una “razón moral” que avale sus endocrinas ganas de bronca.

Luego su hermanito mayor le pone en contacto con el GIA, grupo de degolladores en Argelia (como Mohamed con al-Qaida ), en nombre de los cuales, a partir de julio de 1995, emprende una campaña de asesinatos y atentados que dejan un reguero de muertos y heridos entre mahometanos moderados (como Mohamed); viandantes de Paris; viajeros del metro; los que se libran de milagro de la bomba en el AVE francés y los alumnos de una escuela judía en Lyon(como Mohamed).

De eso hace 17 años. 17 años en los que no hemos aprendido nada.

En este momento grandes vestiduras se desgarran hablando de la oportunidad perdida de indagar en las “motivaciones” del asesino, a causa de una intervención torpe por parte de los agentes de la ley. En el affaire de Kalked se oyeron declaraciones idénticas. Entonces tampoco se tuvo la ocasión de preguntarle a aquel querubín cuáles habían sido los motivos de su sonoro enfado.

Y, claro, como consecuencia de ese enigma no se pudo tomar ninguna medida que evitase la muerte de siete inocentes más, la semana pasada, a manos de otro electrón libre del culto islámico.

¡Y no me toque usted a los fieles moderados del Islam!

La realidad nos indica tercamente que no hay más mahometano moderado que aquel que identifica y denuncia a los correligionarios susceptibles de integrarse en redes radicales, o el que solicita colectivamente la expulsión de agitadores que pongan en peligro la estabilidad de un sistema que les ha acogido, y de los cuales él posee toda la información que a nosotros nos falta.

De esos no conozco NI UNO.

A juzgar por los hechos, cualquier mahometano moderado esta infinitamente más cerca de un terrorista que de mí.

Por eso me mantengo a una distancia prudencial.



PS

Y por si todo esto no fuese lo suficientemente irritante, acabo de enterarme de que, en la localidad de Rouen, una profesora de inglés del liceo Flaubert ha solicitado un minuto de silencio a la memoria del asesino Merah, calificándolo de victima de los medios de comunicación de Sarko, que se habrían inventado la historia de la relación del terrorista con al-Qaida.

Esta clase de cosas son la verdadera causa de hechos como el presente.

martes, 20 de marzo de 2012

Algunas preguntas sobre un matón

Fue en Toulouse. Iba en una scooter y empezó a disparar.

¿Pude uno imaginarse qué le pasa por el alma a quien empuña un arma y desde el asiento de un scooter apunta fríamente a un niño de tres años y aprieta el gatillo? ¿qué piensa mientras ve como ese pequeño cuerpo sale despedido por el impacto y sin apenas alterarse, como demuestra su mortífera puntería, repite su gesto sobre otras dos criaturas de seis y diez años, antes de abatir a su maestro?

No sé si es esto lo que están pensando los numerosos periodistas que estos días han emprendido una especie de concurso de hipótesis para ver quien acierta al final en su apuesta por dibujar con mayor precisión el perfil del asesino.

¿A quién pueden importarle ahora mismo los “rasgos” o “motivos” de una bestia con aspecto humano que anda suelta realizando, o sea haciendo real, un delirio inspirado sin duda por toda una cultura de la banalización de la violencia, en la que uno de cado dos adolescentes se acuesta a diario después de tirotear, aplastar, acuchillar, incendiar, atropellar, aplastar, disolver con acido o partir por la mitad con una motosierra, a unos cuantos cientos de seres virtuales de un realismo aterrador?

Epopeya esta que le proporciona no sé cuantos cientos de puntos en el videojuego en el que va construyendo, muerto a muerto, su autoestima. Que es de lo que se trata, según parece.

¿Cómo planificó el monstruo del scooter el desarrollo de su hazaña con el sorprendente éxito obtenido hasta el momento, y que le va a proporcionar, al parecer, la oportunidad de sumar unos cuantos puntos más en su siniestro y malvado juego, si alguien no lo evita inmediatamente?

¿Habrán tenido algo que ver las prolijas y detalladas exposiciones que nos proporciona esa llamada policía científica, que llena nuestras pantallas de televisión, sobre las sofisticadas estrategias criminales a las que combate con unas no menos complejas operaciones de averiguación y búsqueda de pruebas?

No se trata de promocionar una cultura buenista y acomplejada que aparte nuestra vista del lado más oscuro de nuestra naturaleza humana. No.

Más bien deberíamos reflexionar seriamente sobre las consecuencias de una especie de saturación de violencia que, una vez más, demuestra lo difícil que es, por lo que estamos viendo, el quitar el freno de una represión estúpida provocada por décadas de prejuicios bastardos y toda clase de tartufismos, sin que el vehículo de nuestra observación de la realidad no se despeñe por el obsceno barranco de la banalización de todo.

El asesino puede ser miembro de una secta. O estar poniendo en práctica un siniestro juego. Puede que sea el miembro más decidido de una banda de extremistas neo-lo-que-sea. Puede que le hayan excluido del ejército. Puede que su mamá no le haya querido. Qué más da.

Lo que a mí me parece más relevante es el simple hecho de que se haya decidido a hacerlo. Ese instante preciso en el que pasó del delirio ideal a la barbarie real. Cuando creyó simplemente que ERA POSIBLE.

Después de interesarme, como me sigo interesando, por el misterio del mal absoluto que fueron capaces de instalar los nazis en una de las sociedades consideradas más desarrolladas y cultas de la época, una de las conclusiones a la que he llegado es que aquellos rufianes, en su radical analfabetismo, llegaron a imaginarse un mundo en el que todo ERA POSIBLE, incluso sus más delirantes proyectos.

Y lo malo es que cuando te convences de que algo imposible es posible, a pesar de las barreras morales que podrían en principio hacerlo parecer así, solo tienes que ponerte en marcha y llevarlo a cabo, demostrando que sí lo era. Después de abolir aquellas barreras, naturalmente.

Si aquello fue posible en una sociedad de ochenta millones de seres instruidos, sanos, bien alimentados y ejemplares ciudadanos ¿cómo no lo va a ser para un mocoso inmaduro, cuya única pretensión pude ser la de que su cara llena de granos puede empezar a verse en la televisión y a llenar las primeras páginas de los diarios?

Ya se encargará alguien de aprovechar esta movida en plena campaña electoral. No tardarán en aparecer esos que no pierden nunca una oportunidad. Los que son tan miserables que se conforman con guardarse la moneda en el juego de cara o cruz cuando nadie se dé cuenta. Los de siempre.

También aparecerán los antirracistas. Son esos personajes que, tal vez porque no están muy seguros de sus convicciones, no paran de berrear demasiado alto y demasiadas veces que a ellos las raza no les importan nada. El asesino mató a unos militares. Magrebíes y antillanos. Y a tres niños y un enseñante judíos. Ni blancos ni cristianos. Para ellos la cuestión estará pues zanjada en un plis-plas. La extrema derecha y arreglado.

También lo arreglaron en su día con los nazis y sus atrocidades. Eran unos monstruos de extrema derecha y arreglado. Ya.

La mala noticia es que los numerosos atentados antijudíos de los últimos años en Francia no se pueden atribuir a la extrema derecha. Fuero en su inmensa mayoría llevados a cabo por un antisemitismo new-age relacionado con el islamismo o con el conflicto arabo-israelí.

Pero, así como en el caso de la barbarie nazi la “explicación” de los hechos encontró en un primer momento únicamente una especie de descripción mecánica, porque la reconstrucción del mundo y la necesidad de olvido eran indispensables entonces, y cuando las aguas volvieron a su cauce algunos empezaron a tratar de entender lo inexplicable, también ahora, ante este tipo de tragedias, es igualmente indispensable indagar sobre las condiciones en las que se producen.

Sobre todo porque, si no acabas por tener una idea más o menos clara sobre lo que pasó, cabe la posibilidad de que vuelvan a reproducirse las condiciones adecuadas para su repetición, y te vuelva a coger desprevenido.

La pregunta pues no es ¿quién está detrás de él? La verdadera pregunta es:

¿Cuántos hay como él?

lunes, 12 de marzo de 2012

Últimas noticias de El Turco.

El 17 de febrero de 2012 la Asamblea General de la ONU ha condenado solemnemente al gobierno totalitario de Siria. En la resolución, adoptada por 137 votos a favor, 12 en contra y 17 abstenciones, los estados miembros denuncian firmemente “la violación generalizada y sistemática de los derechos humanos y de las libertades fundamentales por parte de sus responsables”. “Exhorta al gobierno sirio a poner fin …bla, bla, bla.”

¿Quienes fueron los hermanos solidarios que apoyaron sin fisuras a aquel firme guardián de las auténticas esencias democráticas, maltratado y calumniado por la perfidia imperialista?

¡Bingo!¡Ha acertado el caballero!

La verdad es que no era difícil. La respuesta correcta era: Bielorusia. Bolivia. Cuba. China. Ecuador. Irán. Nicaragua. Corea del Norte. Rusia. Siria. Venezuela y Zimbabwe.

¡El Club de la Libertad Vigilada (CLV) en pleno!

¿Y qué ha pasado entretanto en nuestra organización internacional preferida, la UNESCO?

Agarraos. Según informa UNWatch, a pesar de una propuesta de resolución liderada por los USA para expulsar a Siria, la UNESCO descartó la medida por una votación de 35-8, permitiendo a ese paradigma de tolerancia que es el estado totalitario de Bashar al-Assad, permanecer como miembro del panel de Derechos Humanos de la inefable institución.

Por otra parte, según el diario Liberation, Rusia habría proporcionado tanto a Siria como a Irán grandes cantidades de armas ligeras aunque, tras una intervención de Israel y de los EEUU, habría rechazado la petición, hecha por parte de sus traviesos amiguitos, de dotarles de misiles antiaéreos de la última generación, así como de aviones de combate MiG- 31. Responsables de la defensa israelí han declarado al Jerusalem Post que el gobierno judío habría decidido entregar aviones no tripulados (Drones) a Rusia a condición de que esta no transfiriera tecnología a los mencionados países musulmanes.

A mí esta especie de falsa calma, o mejor dicho, de lenta marcha hacia el desastre en Oriente Medio no deja que suscitarme un montón de preguntas.

Nada de lo que está sucediendo, digamos desde la inmolación del vendedor ambulante tunecino, parece tener lógica. Los ejemplos que tantas veces en su día tampoco parecieron tenerla y acabaron alcanzando un extraño desenlace, muy distante de las voluntaristas expectativas que nos habíamos creado, son numerosos. Esos ejemplos siempre empezaron llamándose “Primavera de Algo”. Acordaros de Praga.

Estas cosas, a base de repetirse, acaban convenciéndonos de que poseen alguna especie de coherencia en el interior de su absurdo. Pero esta vez, en los actuales prolegómenos del estallido que parece inevitable, no acabo de intuir la causa o la finalidad a las que obedecen.

En principio siempre sospeché que el más dinámico de entre los múltiples planteamientos musulmanes era el que representa el delirio chiita. En principio, cuando tuvo lugar su triunfo en el Irán del Shah, no reparamos en su notable dimensión “moderna”, cegados por la inesperada brillantez de su victoria, y sumidos, como estábamos, en la suicida soberbia cultural en la que solemos balancearnos con nuestra somnolienta ignorancia.

Esa secta representa la opción minoritaria del conjunto musulmán y, tal vez por eso, una de las más radicales. Su debilidad numérica les ha llevado a menudo a plantear su lucha en un terreno casi suicida. Pero, cuidado, esa circunstancia no los reduce simplemente a un grupo de “fous de Dieu”. Han estudiado muy bien las condiciones de nuestra civilización a fin de descubrir nuestros ángulos muertos. Eso explica su extraordinaria audacia en el caso de la toma de poder en el Irán del Shah Phalevi, y el reto subsiguiente que representó para Occidente, cogido una vez más con el paso cambiado.

Con el tiempo, han ido apareciendo rasgos en su enconada trayectoria hacia la hegemonía sectaria, frente al resto de sus competidores, que valorados en perspectiva aportan algunos aspectos ciertamente inesperados; sobre todo con relación al tradicional inmovilismo al que los Saudíes, como poder islámico más frecuentado por nosotros, nos habían acostumbrado.

Seguramente su pretensión de convertir su país en una potencia capaz de plantear el chantaje del terror nuclear al resto de sus competidores y a Occidente, no sea más que otra de las variantes de su congénita condición de "Blade Runners". De su obsesiva huida hacia adelante. Pero otros sujetos históricos que profesaban el vértigo de la escapada hacia ninguna parte nos han mostrado ya el apocalipsis nihilista que anidaba en sus perturbadas molleras, y sus aterradoras consecuencias.

Pero, para complicar más aun este rompecabezas, hay otros acontecimientos simultáneos que están teniendo lugar en el área. ¿Relacionados?

Son los acontecimientos recientes del litoral sur del Mediterráneo. Extraños en su gestación, turbios en su desarrollo, y poco claros en sus respectivos desenlaces –desde luego bien alejados de ciertas alegres expectativas primaverales que nuestro arrogante eurocentrismo se apuró en airear- la idea de un posible plan a largo plazo, pausado y oriental, en las antípodas del sentido occidental del tiempo y en consecuencia incomprensible, es una de las escasas hipótesis en las que lo que está ocurriendo actualmente encuentra una cierta coherencia.

Menospreciamos a menudo la existencia de otra realidad islámica, con sus raíces bien enterradas en grupos notablemente desarrollados intelectualmente, como los Hermanos Musulmanes, que silenciosa y prudentemente han ido estableciendo las primeras balizas de una estrategia moderna desde los lejanos años ’30 del pasado siglo,

El rasgo esencial de Al-Ijwan o Al-Ikhwan, literalmente Los Hermanos, es su casi endocrina vocación anti-occidental. Así lo demostraron desde su presentación en sociedad prestándole su colaboración al nacionalista primer ministro egipcio Ismail Sadqi en su enfrentamiento con los partidarios de la occidentalización del país en la década de 1930.

Pero es su dimensión política la que dota a esta organización de su peculiar estilo. Abandonando aspectos seculares de su cultura, que los colocaban en situación de inferioridad, la mayoría de sus responsables han estudiado en instituciones docentes de las sociedades occidentales. Desde el principio de su existencia política han ido ideando estrategias de lucha sofisticadas y evolutivas que han situado en una nueva dimensión la consecución del objetivo común de todo musulmán: la instalación del estado teocrático, con la Sharia como núcleo inspirador de las leyes que regulan la vida y el estado.

Por eso, tal vez el germen de la originalidad de La Hermandad estuvo constituido desde el principio por la condición de intelectuales de sus impulsores, para quienes el estudio y la madurez mental eran la base de su lucha. Su evolución desde momentos de gran radicalidad hasta la etapa más política, inaugurada en tiempos de Nasser, no les ahorró las dificultades ni la represión de los sucesivos gobiernos.

Tuvieron desde el principio un gran interés por la difusión de sus ideas y son notables sus éxitos en la organización de escuelas y centros sociales de ayuda a los más desfavorecidos, aspectos que favorecieron notablemente su labor de proselitismo. Consecuentes con su afán antioccidental, sus relaciones con organizaciones antiisraelíes datan de la primera guerra de Palestina en 1947. Ulteriormente se hicieron notorios sus permanentes vínculos con organizaciones como Hamas, Hezbolah etc. ¿Conexión chií?

Sin embargo, su rasgo más interesante en este momento en el que aparentan haber adoptado una posición decididamente respetuosa con los normas democráticas, es el indudable papel que han desempeñado Los Hermanos en los recientes conflictos de Túnez, Libia y en su propio país de origen, Egipto.

No está nada claro cual será el desarrollo de su jugada en ese tablero. Y la clave está en el ritmo, en mí opinión. Tengo la impresión de que saben que nuestro ritmo histórico es el flanco vulnerable de nuestro dispositivo. Creo que confían en que las situaciones en las que intervenimos se desestabilizan con el paso del tiempo, y que nuestra capacidad de adoptar un compás más lento es cada día menor. Un día tendremos que dejar Irak. Otro no podremos continuar en Afganistán. Ellos tienen el tiempo de su lado.

Supongo que las potencias occidentales, dejando al margen los complejos compromisos geoeconómicos contraídos y su difícil modificación a corto plazo, conocen perfectamente la controversia que plantea la pretensión hegemónica del chiismo, frente a la secular influencia en la región de los fundamentalistas wahabistas o salafistas, como prefieren ser llamados, pero que no deja de ser una secta del sunnismo, cuya autoridad reside en la familia feudal que reina en Arabia Saudita.

El primer acto de esa tragedia ya se está viviendo en Siria. Allí no se está dirimiendo ningún proyecto de "primavera". Allí tres cuartas partes de la población, que son de profesión sunníi se van a comer a la otra cuarta parte, que es la que ejerce el poder desde los tiempos del papá del niño del pescuezo, en cuanto se hagan con la manija.

Explotar ese conflicto, por parte de los países occidentales, parecería a primera vista algo así como jugar la partida con un comodín. Sin embargo, en esa región del mundo las cosas raramente son como aparentan. Sobre todo si tenemos en cuenta que en este globalizado rincón del universo, conviven algunos estados en situación de evolución volcánica, como puede ser la Rusia post-comunista de ese espécimen difícilmente clasificable que es el ex-továrishch Putin. Este extravagante sujeto, en sus pesadillas, trata de encontrar a alguien que se disfrace de Roosewelt para repetirle el truco del almendruco de Yalta, inspirado por el espectro de Stalin que le tiene poseído.

Y, claro, cuando despierta el único avispero en el que se le ocurre meter baza es en Oriente Medio, y al lado de los malos. Como es natural. Su papel estelar en el conflicto que enfrentó a los bondadosos miembros del ejercito regular ruso contra los seráficos querubines de la resistencia islamista de Chechenia no le permite otra alternativa que ponerse frente a aquellos que financiaron a los traviesos chechenos antes de que hiciera salchichas con ellos.

Y por si todo este merdier no ofreciese un suficientemente prometedor futuro de alegres y vistosas fiestas patronales en homenaje al pastorcillo sanguinario y pederasta Abu l-Qasim Muhammad ibn ‘Abd Allāh al-Hashimi al-Qurashi, alias Mahoma, aparece esa especie de repelente niño Vicente de Siria tratando de quitarse la mancha sanguinolenta de su bigotito de alférez provisional, desempeñando con esmero su papel de palanganero de ese otro personaje con pinta aparcacoches que ha perdido la gorrilla y se toma por Jerjes I en su Persia natal. O sea el Mahmud Ahmadineyad.

Y, finalmente, a este rosario de perlas poco cultivadas se le ofrece con voluntad bilivariana el que faltaba. El primate venezolano al que los recauchutados cubanos parecen permitirle un último eructo antiimperialista y patriótico.

Conclusión; cuando creía que podría poner un mínimo orden en este cuadro, viene Putin y se pone a mear en el hormiguero. En fin, las cosas parecen estar más o menos así.

Claro que puede que ocurra una de esas cosas que de pronto colocan las fichas de otra manera. Por ejemplo una patada en la mesa. La patada de alguien que está verdaderamente cabreado con tanto capullo rompepelotas.

Por ejemplo Israel.

P.S.

Ya había dado por terminada esta reflexión, cuando me ha llegado un enlace:http://www.liveleak.com/view?i=54c_1330621949 en el que, en lo que parece una grabación hecha con un teléfono, se ve a un numeroso grupo de jóvenes, casi adolescentes, armados con fusiles de asalto, que se entretienen con entusiasmo en la destrucción de las lápidas de un cementerio de guerra de los aliados, de los muchos que existen el Libia. Estos lugares fueron cuidados y respetados durante más de sesenta años hasta la llegada de la primavera arabe a ese país.

Me pregunto que pensarán hacer los países miembros de la OTAN que prestaron ayuda a esta banda de bárbaros en su pretendida lucha por la libertad, teniendo en cuenta que esa organización militar es la heredera directa de las fuerzas aliadas en el seno de las cuales lucharon y murieron por defender los principìos de la civilización contra la barbarie esos héroes cuyo reposo bien merecido ha sido profanado por estos alumnos aventajados de la cultura islámica.
¿No aprenderemos nunca?