El Centro Mundial para la Investigación del Holocausto, Yad
Vashem, de Jerusalem, otorga el título de Justo
entre las Naciones a toda aquella persona o institución, de condición no
judía, que, durante la época en la que la catástrofe tuvo lugar, hubiera salvado
la vida de ciudadanos judíos en peligro. Entre la lista de nombres que, desde
el año 1963, han recibido ese honor, no figuraba el de ningún árabe hasta hace
poco tiempo. Bueno, a decir verdad, sigue sin figurar, como consecuencia de los
hechos que voy a relataros.
El doctor Mohamed Helmy, nacido en Jartum en 1901, de padres
egipcios, partió hacia Alemania a los veintiún años, con el propósito de
estudiar en ese país la carrera de medicina. Durante su estancia, que debió
prolongarse -mi información carece de estos datos- a juzgar por la fecha de los
hechos, el buen doctor tuvo a bien pronunciarse contra la política racista del
régimen nazi, recibiendo por ello numerosas amenazas.
Pese a ello Mohamed, poniendo en riesgo su vida, decidió
ayudar a una familia judía amenazada, y más concretamente a una joven de
veintiún años llamada Anna Boros (Gutman después de la guerra), a la que
escondió. Pero también ayudó a la madre de la chica, a su suegro Georg Wehr, y
a la abuela Cecile Rudnik.
Cuando la institución judía cerró el dossier y decidió
otorgar, a título póstumo, el nombramiento de Justo entre las Naciones al
doctor, abría de esta forma un interesante precedente que, por razones obvias, aportaba
a contribución su excepcional significación política para la creación de una atmósfera
de confianza, cuya ausencia tanto dificulta la solución del conflicto
árabe-israelí.
Sin embargo ha aparecido un inesperado obstáculo en el
recorrido de esta justa decisión.
La familia del primer
árabe galardonado con la citada distinción, rechazó dicho reconocimiento
por razones políticas. Marvat Hassan, un miembro de la familia del galardonado,
ha declarado a la agencia Associated Press que “si cualquier país hubiera
decidido honrar a Helmy, nos mostraríamos muy contentos “.
“Por el contrario, puntualizó, en este caso no estamos interesados,
en razón de las relaciones hostiles entre Egipto e Israel. Aunque respeto al
judaísmo como religión, al igual que a
los judíos. El Islam reconoce al judaísmo como una de las religiones del Libro”.
Marvat se presentó portando un velo. Esta mujer de 66 años,
y que vive en un barrio acomodado de El Cairo reconoció su temor a las posibles
“medidas” que podrían imponerle sus vecinos.
Por su lado, Yad Vashem no quiere perder la esperanza. “Hay
otros nombres en la familia de Helmy. Vamos a indagar por ese lado. Sería
impensable que la memoria de este hombre no fuese respetada por sus
familiares”.
Son 3.328 las personas que mostraron en su vida una
compasión y una solidaridad humana que les hicieron merecedores del título de
Justos entre las Naciones, entre los que se encuentra, por ejemplo, el
diplomático español Sanz Briz, salvador de varios miles de judíos en Budapest.
Y mientras esta buena señora mostraba su “incomodidad” por
el homenaje otorgado a su pariente, un post en francés, en Facebook, denuncia
la violación de una mujer cristiana en Egipto, perpetrada por veinte bárbaros
que la torturaron a continuación, antes de acabar con su vida.
Seguramente Ahmed Mahmud Aabdalá, propietario de la
televisión fundamentalista “Al Umma”, habría encontrado “sólidas razones” para
explicar esta salvajada; ya que, en su opinión, ciertas mujeres “van desnudas y
sin velo para ser violadas”, según ha declarado en un vídeo difundido en
internet.
Según este prodigio, “Uno se encuentra con estas mujeres con
el cabello despeinado, como un demonio. Son demonios llamados mujeres”; e insta
a estas potenciales víctimas a aprender de las mujeres musulmanas veladas. Añadiendo
que, "el 90 % de estas son “cruzadas” y el resto viudas que no tienen a nadie
que las controle y se preocupe de ellas”.
Sin embargo, la activista egipcia Farah Shash, del
Centro Nadim para la Rehabilitación Psicológica de las Víctimas de Violencia y
Tortura, ha declarado a la agencia EFE que cada vez "los ataques son más
violentos y los testimonios de las afectadas demuestran que los agresores están
organizados".
Y, claro, uno se pregunta qué están
haciendo los gobiernos occidentales ante este panorama terrorífico. De momento,
mirar para otro lado.
O tal vez peor. Hen Mazzig es un
israelí de ideología de extrema izquierda, que ha relatado sus experiencias
mientras participaba a una conferencia de la BDS (Boycott Désinvestissement Sanctions, obviamente contra
Israel) en Portland, y en las que ha descubierto una atmósfera de hostilidad hacia
su país, que difícilmente podría calificarse de otra forma que de judeofóbica.
Cuenta como ha sido tratado de asesino
en varias ocasiones; y así, cuando expresó en el citado congreso su ardiente
deseo de que una paz con los palestinos llegase lo antes posible, una mujer de
unos sesenta años se levantó gritándole “¡Vosotros sois peores que los nazis.
Usted es exactamente como las Juventudes Hitlerianas!”
Pero aún no había escuchado lo peor.
Esto fue cuando una profesora le preguntó si sabía cuantas mujeres palestinas
habían sido violadas por los soldados israelíes. “Que yo sepa, ninguna”,
respondió Mazzig.
Entonces la profesora, con aire
triunfador, le respondió que efectivamente tenía razón pues, añadió, ”ustedes
los soldados israelíes no violáis a las mujeres palestinas, porque los
israelíes sois racistas hasta tal punto, que rechazáis hasta el mínimo contacto
físico. ¿Porqué detestáis a las mujeres árabes palestinas? ¿Porqué no las
violáis? ¡Porque sois unos racistas!”
Y, claro está, como los árabes
musulmanes que viven en Judea Samaria son infinitamente menos racistas que los
judíos, no tienen ningún inconveniente en violar mujeres occidentales. En una
encuesta llevada a cabo por el periódico Haaretz, poco sospechoso de tendencia
pro-gubernamental, se da cuenta de que, en un período de dos años, al menos
seis violaciones tuvieron lugar en Judea Samaria y en Jerusalem Este; dos en
Sheikh Jarrah; cuatro en la región del monte Hebron, en Masra, en Kfar-a-Dik, y
una tentativa de violación en Umm Salmona, cerca de Bethlehem.
Así están las cosas por esos mundos
medio-orientales, por los que suspiran los turistas que se han visto obligados
a escoger destinos menos exóticos y llenos de culturas ancestrales.
Esperemos que las tradiciones guanches
no sean “recordadas” por algún chamán desnortado de las Islas Canarias, al estilo mítico-histórico de
los catalanes de sir Arthur More, y sigan esa afortunadas islas sirviendo de
destino turístico alternativo, para el bien y la hacienda de mis queridos
amigos isleños.
Inch Allah!
En el argumentario de la imbecilidad, lo de "no me violas porque eres un racista" está prometido a los primeros puestos. Me recuerda esos gays que hagas lo que hagas y digas lo que digas te demuestran que eres un homófobo. El horror que se ha fraguado en Oriente Medio nos acabará afectando a todos, y si no, al tiempo.
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