Hace tiempo que vengo preguntándome cual podrá ser la salida
al presente laberinto de palabras en el que nos adentramos día a día. Casi sin
darnos cuenta.
Los significados habituales hasta el presente están siendo
abolidos sistemáticamente. Es como si las “nuevas ideas”, por llamarlas así, no
encontrasen la manera de formularse más que usurpando términos asociados a
otros conceptos, a menudo contradictorios con los recién aparecidos.
Las nuevas ocurrencias, huérfanas de un contenido que haga
honor a ese término, carecen en
consecuencia de una palabra que las codifique y se introducen en palabras
existentes pegando una patada a la puerta, con técnica típica de los okupas.
De esta forma esa especie de duplicidad de significados
consigue dos finalidades paralelas. Una es la contaminación de la comunicación
hasta reducirla a una práctica simplemente estéril. Y la otra es la ocupación
de un espacio intelectual al cual su vacío argumental no tendría acceso en
circunstancias normales.
Francia está viviendo en estos días una polémica en la cual
esa densa confusión se pone de manifiesto en cada referencia a la misma, en los
medios de comunicación.
Los mimbres del lío proceden de la celebración de un
aniversario (ignoro cual) de la abolición de la esclavitud, por una parte, y la
actuación estelar de tres mujeres y un hombre, respecto del mismo, por otra.
Una de esas mujeres es la ministra de justicia; otra alguien
que se ha autodenominado nada menos que presidenta de los “Indígenas de la
República”, la tercera una empresaria. El hombre es un periodista de la
televisión que ya ha sido condenado por incitación al odio y a la
discriminación racial.
Como no se escapará a vuestra bien demostrada perspicacia,
la celebración de un hecho como el de la abolición de la esclavitud es la
oportunidad de oro para atizar candela a occidente, sumiéndose de lleno en el
masoquismo auto-inculpatorio, que toca en este caso de lleno a uno de los
pecados ontológicos del homo occidentalis
: el colonialismo.
Nuestra ministra de justicia, Christine Taubira, es el
paradigma de la obsesión hollandista por las paridades. Estos socialistas no es
que sean de izquierdas; como decía Borges de los peronistas, son incorregibles; y lejos de haber
aprendido algo del zapaterismo, insisten aumentando la dosis; este personaje,
la ministra, reúne dos condiciones para aspirar a la progresista discriminación
positiva : el género y el color. Es mujer y mulata.
Pero su rasgo más destacado al parecer es su empeño por ser
más hollandista que el propio Hollande, y se le ha ocurrido dar un cante
antirracista que ha dejado perplejos hasta los más oscuros de los negros del hexágono.
Ante la evidencia de la inveterada costumbre histórica de la
práctica de la “trata” por parte de los árabes, que aún persiste en algunos
lugares del Sudán, ha declarado muy seria que ese aspecto del problema había
que “ponerlo de lado”, para no cargar de resquemor y mal rollo a los jóvenes
magrebíes de los barrios problemáticos.
¿Cómo se os ha quedado el cuerpo, eh?
Pues, para remachar el clavo, Houira Bouteldja, presidenta
de una fantasmagórica asociación denominada “Indigénes de la République”, se ha
permitido amenazar en estos términos a todos los franceses que no lo sean de
origen árabe o africano: “Incluso aquel que
no tenga nada que reprocharse, deberá asumir a pesar de ello, toda su historia
desde 1830. Cualquier blanco, el más antirracista de todos los antirracistas,
el menos paternalista de los paternalistas, el más simpático de entre los
simpáticos, deberá sufrir las consecuencias como los demás. Porque cuando ya no
hay política, ya no hay detalles; no hay más que odio. Y, ¿quién pagará por
todos? pagará cualquiera, ellos y ellas; cualquiera de vosotros. Por eso esto
es grave y peligroso; si queréis salvar el pellejo, el momento es ahora”.
Si cambiásemos cuatro detalles este discurso no se habría
atrevido a sostenerlo más que un miembro del Partido Nacionalsocialista Obrero
Alemán, en sus mejores años. Pero no se contentó con eso la criatura y en la
televisión aportó a la lengua de Céline un neologismo: sou-chien. Lo aplicaba a los franceses europeos.
Este término hace referencia aparentemente a los franceses
de souche, o sea de pura cepa; pero
si ponemos el guión equivaldría a infra-perro,
que teniendo en cuenta el valor moral que los árabes atribuyen al fiel amigo
del hombre, pues eso.
Aparte de estos dos casos, acabo de oír en la tele a Anne
Lauvergeon, fundadora y PDG del conglomerado nuclear francés, y líder mundial,
AREVA, declarando que a la hora de contratar “…, para ser
claros, a igualdad de méritos, lo siento pero se elegirá antes a la mujer y a
cualquier persona distinta del macho blanco.”
Fascinante ella, tan rubia, tan Presidenta Directora
General, tan amiga del Turco…
Claro que en el hollandato recién estrenado, quien
verdaderamente ha hecho ruido, hasta el extremo de haber sido denunciado y
condenado, ha sido el periodista Eric Zemmour. A este profesional se lo ocurrió
recordar la constante histórica que constituye la siniestra práctica de la
esclavitud, en la que no solo los negros fueron objeto de ella, ni los blancos
los únicos que la practicaron, desde la edad de piedra.
Y, no contento con esa hazaña, se le ocurrió que tal vez
sería saludable recordar que el hombre blanco occidental, que fue el último en incorporarse
a esa modalidad económica, había sido el primero y único que decretó el fin de
ese nauseabundo mercado. Todas los demás culturas que ejercieron y ejercen el
derecho a la propiedad humana, nunca
la abolieron por ley.
Y por si fuera poco, añadió que además de la existencia
probada de esclavos blancos en manos de otras “culturas”, y en consecuencia la
falsedad del racismo exclusivo de los occidentales, fue precisamente la colonización de los estados esclavistas
lo que determinó la desaparición de la “trata” en ellos.
Casi nada. Él sí ha conseguido que los socialistas le hayan
hecho despedir de su puesto de trabajo, ¡por racista!
¿Qué significa en efecto la palabra racista? Vaya usted a saber...
¿Qué significa en efecto la palabra racista? Vaya usted a saber...
Con todo esto lo queda demostrado es que en la supuesta cuna
de la democracia europea, la libertad de
expresión y la igualdad ante la ley, dos de los principios por los que han
muerto tanta gente decente no parecen vivir sus mejores tiempos.
En la Francia de 2012
una mujer árabe puede injuriar y amenazar gravemente a todos los
franceses de origen europeo, con el único argumento de ese origen. Y una mujer rubia
puede discriminar a los hombres blancos por la sola razón de su sexo y color de
la piel.
Pero la justicia a quien discrimina en definitiva es a un
hombre ¡por blanco y por bocazas!
Menos mal que soy “prietu y asturianu”, aunque no haya llegado a Francia en patera.
La esclavitud y el racismo son dos cuestiones distintas. Los romanos, gente seria, y de los más occidental, no dudaban en vender sus hijos como esclavos si se portaban mal (Niño a tu padre no le toques las narices porque cruzo el Tíber y te vendo). Podían vender a sus hijos hasta tres veces sin perder la patria potestad. Después de la tercera, ya no. Y les daba igual el color de la piel. Un tío más negro que el carbón hubiese podido llegar a cualquier cargo en la Roma Imperial, de haberse sabido manejar; pero había poco esclavo negro en aquel Imperio porque los negros estaban bastante más al sur del limes meridional y habiendo tanto celta, germano, o tracio que esclavizar ¿para qué se iban a complicar la vida? Durante los tiempos de conquista, los países conquistados producían abundantes esclavos y en su día fueron los hispanos, otros años los galos y britanos, los germanos, los dacios, numidas, etc.
ResponderEliminarSabemos todos los que no pertenecemos al gobierno de Hollande que los mayores esclavistas de negros eran otros negros, igual que los indios de américa (aztecas, por ejemplo) sacrificaban otros indios y se los comían. El racismo es una idea moderna que se consolida con la Ilustración y sobre todo el siglo XIX cuando se intenta explicar el mundo en función de identificadores raciales, etc. El racismo moderno también se apoya en el biblismo protestante y la trata de negros es sobre todo efecto de los avances en la navegación. Ya a finales del siglo XV en Canarias y Andalucía se traficaba con negros que eran ahora más accesibles por mar -rompiendo el monopolido de las caravanas que desde Mali llevaban a sus víctimas hasta el reino nazarí. Las víctimas de la esclavitud han ido variando. En Lucena sabios judíos castraban por millares a guerreros francos que habían caído en esclavitud tras las guerras entre Neustria y Austrasia y una vez capados los vendían como eunucos. Pero claro, pedirle a un Ministro de Hollande que sepa historia es como pedirle a una bola de petanca la receta de la coca-cola.