¿Será pecado valorar positivamente el hecho de ser incorregible? Lo digo porque siempre pensé que corregir es algo que lleva siempre a cabo una autoridad correcta. Y, claro, siempre he padecido una especie de síndrome anti–autoritario–correcto–o–no. Vamos, que la autoridad me produce hurticaria. (¡Mira por donde acabo de descubrir una relación íntima entre el poder y las hortigas! Hay días que estoy sembrado… Je, je)
Y, a todo esto… estareís preguntadoos ¿a qué coño viene todo este rollo pseudo–anarquista, nada más empezar este año esperanzador de 2011?
Pues bien, mis queridos cofrades, nada más regresar de mis humildes vacaciones en un pueblecito francés, en el que no se recibe ni la señal del móvil (ni tele, ni periódicos, ni tertulias con sarasa, ni etc.) me encuentro con : 1) escalada en la cruzada del comité de salvación (salut, en francés) anti–FUMADORES (ojo, el tabaco no está prohibido); y 2) tiroteo con víctimas en Tucson(Arizona, USA). Buen menú para empezar el año dando caña los de siempre. O sea los políticamente “corretos” (Pepiño dixit).
Me he dado un paseito por los blogs y ¿qué descubro?
Hay opiniones variadas respecto a la reciente ley anti–fumadores. Las hay de derechas; las hay de centro y las hay de izquierdas. ¿Qué tienen en común? La corrección. ¿En que consiste la corrección, en este caso? Está claro, todos condenan el hecho de fumar. Eso sí, con matices.
Para unos es un pecado mortal que atenta criminalmente contra la salud de la víctima: “el fumador–pasivo” (ojo, neologismo, y cuando algo que antes no tenía nombre es bautizado, es que va a haber lío), recordando a todo buen ciudadano la obligación de dejar de reprimir su tendencia natural a la delación, para colaborar con la policía de la salud. En esta secta militan ex–fumadores conversos, iluminados de la homeopatía, vegetarianos, ecologistas, milenaristas y toda clase de talibanes de la salud ajena, en busca permanente de remedios contra cualquier clase de placer.
Para otros es una enfermedad a la que hay que ir poniendo remedio, con ayudas humanitarias, tipo fumadores anónimos, y haciendo catequesis de las buenas costumbres higiénicas, y dando el coñazo con las más peregrinas teorías sobre los beneficios de la moderación en todos los ordenes de la vida.
Para los adversarios políticos de los que han promulgado la ley es un abuso más del gobierno que hará arruinarse a los pobres hosteleros, y proponen soluciones de segregación en espacios ad hoc, u otros corrales al efecto, en los que estabular a los apestados por el vicio nefando de fumar. Eso sí, los muy liberales, reconocen tu derecho a suicidarte. Porque en eso de que te estás matando estan de acuerdo hasta con sus más mortales enemigos.
Ahora me toca a mí. Empezaré por decir que el culto a la pureza, en todas sus variables, empezando por el “aire puro”, me da escalofríos. No por su simple inexistencia conceptual (¿dónde vamos a encontrar una referencia fiable de algo puro?), sino porque, a lo largo de nuestra historia, ha sido uno de los recursos más eficaces utilizados para exterminar, aniquilar, machacar o expedir a alguno de los paraísos inventados por el homo sapiens, a su vecino.¿Os acordais de la insistencia en el tema de Su Santidad Khomeini en la crónica anterior?
Seamos serios, todo lo que existe es el producto de una mezcla. Más conseguida en unos que en otros, eso es cierto. Y toda mezcla, por definición es “impura”. ¿Será que luchamos contra nuestra propia naturaleza humana, porque perseguimos la quimera de dejar de serlo para ser divinos? Je, je… me direis, “algunos ya lo son”… Os lo he dicho más de una vez; de los sarasas hablaré un día de estos.
Yo defiendo no solo mi derecho a fumar, ¡hasta ahí podíamos llegar!, sino el própio placer de fumar. O sea, defiendo EL HECHO DE FUMAR. A secas.
Lo que realmente me preocupa es que el día que algún capullo foto–fóbico se entere de lo bien que me lo paso tomando el sol, se empeñará en joderme sacando la tabarra de lo que le cuesta a la seguridad social tratar los cánceres de piel y ¡Hala! a convocar oposiciones para helio–policía.
¿ Y en que se apoyan todos estos científicos aficionados, que son capaces de darte conferencias de pseudo–medicina sin haber abierto en su vida un libro? Facil. En lo que sustituye al conocimiento en toda mente perezosa y timorata: la superstición. Hasta el día de la fecha ningún médico o investigador riguroso dispone de ninguna estadística fiable, respecto a la relación directa del tabaco con ninguna patología, en pacientes sin traumas previos. Cualquier persona honesta reconocerá la existencia en su próximo entorno de fumadores, como yo, con cincuenta años de vicio moderado sobre sus alvéolos pulmonares y que gozan de un estado físico envidiable, y, asi mismo, pacientes de afecciones graves de pulmón que no han dado una calada en su vida.
¿Que fumar es un habito ajeno al ser humano? ¡Coño claro! ¡ Y fornicar sin propósito reproductor! (¡Huy! cuidadín… a ver si estoy dando ideas…)¿Que se trata de una adicción? Sí, pero no la única. Por ejemplo, yo soy adicto a : las angulas, los percebes, el bogavante, el jamón, el bollu preñau y el arroz con leche, por no mencionar los libros, los coches americanos, el wind–surfing, el son cubano, Saint–Saëns, el jazz, el flamenco, y discutir con mi amigo “el magnolio”. La ventaja de la adición al tabaco es que, por ahora y toco madera, es bastante más asequible económicamente que mis otras adicciones.
Total, que yo que había pensado en la eventualidad de darles un respiro (nunca mejor dicho) a mis mencionados alvéolos una temporadita, me veo obligado por mi sacrosanta condición de incorregible desobediente a permanecer impasible ante la nueva embestida de los “corretos”.
Esto de ser un moderno sempiterno es un auténtico calvario.
P.S. Como me he enrrollado más de lo prudente, lo de Tucson lo dejo para la próxima.
Perdona si no pongo los acentos tocayo, pero aqui no tienen.
ResponderEliminarBueno, si deseas dejar de fumar por tu propia voluntad, yo lo haria. No debemos modificar en nada nuestros habitos o el deseo de cambiarlos en funcion de lo que hagan, o digan o planeen o conspiren un atajo de chiflados. Tienes que aprender a educar tu absoluto desprecio por la canalla, como si no existiera, como si fuera transparente. No voy a pillar un cancer por ser heroe de la libertad, y Dios sabe que entiendo perfectamente tu actitudes.
Te doy un detalle: el Papa que condeno a Galigeo fue el primero en prohibir el tabaco, mira tu que cosas.
Tu perenne admirador.
Percibo una regresión a los brillantes 68, con ello de "Prohibido prohibir": ¿se trata de simplemente un resbalón generacional o es una simple discrecion coyuntural?
ResponderEliminarSalu2 a to2
Joel
Corrijo: "compleja disfunción" en lugar de "simple discreción"
ResponderEliminar¡Aleluya!¡Esto empieza a parecerse a un blog de verdad!¡Ya era hora de que empezaseis a darme caña!
ResponderEliminarMira Luisín, un día un doctor amigo me dió un cosejo "passepartout", de esos que son síntesis inteligentes y útiles, "...no tienes más prestarle atención al cuerpo. Él te da las istrucciones"
Dicho y hecho. Gozo del privivilegio de tener 68 tacos y de deslizarme sobre las olas a ¡39,7 nudos! sobre una frágil tablita de wind–surfing. De modo que, ante la ausencia de mensajes de mi amigo el cuerpo, procuro no cambiar nada en mí vida, ¡no vaya ser que joda el equilibrio actual! Fumo los suficientemente poco como para poder seguir haciendo deporte, y hago una cantidad de deporte tal que me permite seguir fumando.
En resumen, a los 68 no es hora de mudanzas. Todavía...
Respecto de los Papas..., lo del placer nunca lo tuvieron muy claro. Bueno, algunos sí, pero eso fué hace muchos años.
En cuanto a la canalla, hace tiempo que comprendí que mi desobediencia era un tema endocrino. Asi que...como el escorpión bíblico : "¡no puedo evitar ser como soy...!"
Joel, de los '60 solo me queda algo sin desmentir : la capaciadad, nunca después alcanzada, de construir frases brillantes, destinadas a decorar los muros con huellas de inteligencia. De lo demás, ¡todavía estamos pagando las consecuencias! Pero yo participé porque tenía la edad, y porque nací desobediente.
Y eso... se cura mal.
Afortunadamente.
Admirado primo Luis:
ResponderEliminarTe resultara extraña esta opinion de uno que predica la santidad, jeje,nosotros ya nos entendemos, el otro dia le dije a mis hijos y familia que este mundo no es yo el que naci;lo digo porque ultimamente, no entiendo casi nada; sera el rebasar los cuarenta, pero voy a lo que voy,
No entiendo porque en las gasolineras prohiben encender el movil , segun ellos por peligroso y ellos venden botellas de butano, leña etc..
No entiendo porque se prohibe fumar en los bares ¡Sitio de la prohibicion es donde se vende el tabaco¡( Estoy a favor que no se fume, soy no fumador)
No entiendo la alarma de gripe A del año pasado cuando no habia tanta o ninguna,( Se forraron a vender vacunas)
No entiendo... tantas cosas que creo que debere hacer un blog sobre mis no entiendos
Tu Primo Gitano Pastor
¡Bienvenido primo!
ResponderEliminarNa! No te preocupes. En realidad una de las maneras más frecuentes de justificar un sueldo es prohibiendo algo.
¿No te ha pasado alguna vez que, entrando en un portal, un sujeto mal encarado te pregunta con un ladrido "¿a dónde va usted?", y, una vez que le has dicho "...al noveno", el nota se queda tranquilo, aunque la casa no tenga más de tres pisos?
Normal. Lo única que pretende es justificar su sueldo de portero, con el simple gesto de pararte con su augusta autoridad.
Pues... lo demás, lo mismo.