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domingo, 12 de febrero de 2012

Necrológica

PREMISA.

El fallecido artista, llorado y enaltecido hasta la nausea, Antonio Tapies, no poseía más mérito que el de ser uno de lo mayores fraudes del arte actual.
(Declaración de Saco. Ciudadano no entendido en arte moderno que no se calla ni muerto)



PRIMERO.

-Cuando oye decir que sus obras son un timo o una estafa, ¿qué piensa?
-Eso lo dice gente no entendida en arte moderno. No les doy importancia. El que no entienda de arte que calle.
(Declaraciones de Antonio Tapies al Diario “La Vanguardia” 3 de Marzo de 1998)


DESPUÉS.

Arte Moderno.

- Tras haber abandonado: la perspectiva (Cézanne), el espacio euclidiano (Cubismo), la figura (Abstracción) e incluso la pintura (Duchamp), no quedaba sino abandonar la modernidad. Toda la historia del arte moderno podría ser leída bajo este ángulo; una serie continuada de abandonos, como si todas las reglas reconocidas con anterioridad no hubiesen sido más que adornos, elementos superpuestos a la “pura” pintura autónoma de la que se hacía indispensable, por fin, encontrar la esencia.

- “Pureza significaría “autodefinición”, y la empresa autocrítica en arte se convierte en una empresa de autodefinición apasionada. “(C. Greenberg). Este autor, que se pretendía kantiano, establece una lógica cuyo argumento cardinal y suicida conduce directamente a esa parodia–refugio de la nulidad artística que conocemos hoy por performance o instalación y, en definitiva, al certificado de defunción del arte. Por otra parte, “la muerte del arte” es una de las diversas definiciones de la posmodernidad.

- Ya había habido otros abandonos; la retorica pictórica (Lessing) o el claro-oscuro (Manet); los temas mitológicos; históricos o religiosas; el dibujo clásico a partir de los años ochenta del siglo XIX. Todo parece obligarnos a pensar que también en la pintura existe una especie de entropía. La información parece cada vez más descartable en el arte. La posmodernidad ejerce la pasión del olvido. Sin embargo la cultura es un imperativo informativo: la memoria registra lo abandonado. Aunque solo sea porque es más económico en términos de energía que reconstruirlo de nuevo.

- Nuestro héroe protagonizó y personificó en nuestro país, pero también fuera de él, una de las etapas más significativas, tal vez la penúltima, de ese descenso al abismo de la nada con gaseosa al que parece ser que la supuesta entropía del arte lo esta conduciendo.



CONCLUSIÓN.

Bueno, pues así están las cosas en el asunto este del arte. Menos mal que siempre nos quedarán pobres pintores que pintan; como L.Freud, Antonio López, Eduardo Arroyo, etc, por citar algunos de los que me nutren el espíritu, además de los museos. Que mira tú por dónde no creo que fueran creados como remedio terapéutico para esta patología nuestra, que en la época en que eso se puso de moda (crear museos de pintura) no podían imaginarse ni por asomo. El odio al arte, dentro del odio general a todo lo que somos.

Fernando Botero, que es un pintor y escultor que concita odios sarracenos en ciertas capillas que se creen élites de la cultura porque se tutean con banqueros, ministros, marquesas y sarasas de diverso pelaje, declaró en una entrevista publicada por el País Semanal que Tapies era un deleznable dibujante que un día se despertó siendo Tapies. El rey de la arpillera.

Al parecer hemos entrado en un período en el que están desapareciendo en trágica sucesión aquellos personajes que fueron objeto de atención en los dichosos años del desperece nacional.
Ya he contado aquí como me encontré casualmente en medio de ese colectivo por razones profesionales.

Antonio Tapies era uno de ellos. Estuve en su estudio de Barcelona en el año 1982. No me causó muy buena impresión. Bien es verdad que nunca me había interesado su pintura, o lo que sea eso que él hacía. Pero humanamente me pareció una persona muy pretenciosa. Y bastante maledicente, además. Y claro la imagen que se había construido de sí mismo, mezcla de progre/taoísta/místico, para engañar a los que estaban pidiendo a gritos que los engañara, me sonó como el estruendo que una caja de galletas de hojalata produce cayendo por una escalera. Poco fino, hasta como farsante.

La verdad es que me apena mucho que uno de los artistas españoles que sí pasará a la historia, como es el mencionado Antonio López, se haya sentido obligado a declarar al difunto uno de los puntales de la pintura actual. Anécdota que me reafirma en que ciertas cosas nunca las entenderé y que además maldita la gana que tengo de hacerlo.

Así que ya está. Esta era la necrológica del día. Había que hacerlo y yo ya he cumplido.

Aunque…la verdad sea dicha, como pintamonas jubilado conozco pasatiempos más divertidos.

1 comentario:

  1. Tapies no me entusiasmaba, como no me entusiasman muchos de los que han sido deificados por los merchantes y la crítica mercenaria. Descanse en paz.

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