“Y que sea lo que Dios quiera (aunque me temo que volverá a ser lo que quiera Yahveh!)”
Con esta ingeniosa frase terminaba un artículo titulado “Vote a Palestina en la ONU, señor presidente” en el blog de Federico Mayor Zaragoza el pasado 12 de Septiembre. Así mismo, y afirmando enérgicamente su vocación de guerrero del antifaz de la causa de los pobres y oprimidos del mundo entero, se desmelenaba animando a la manifestación convocada por el 15 M, con un indignado panegírico del movimiento okupa de la Puerta del Sol.
Además de apoyar asiduamente a ese prodigio de la pestilencia demagógica llamada Isabel Gemio, hace unos días se congratulaba de la admisión de la Autoridad palestina por parte de la Unesco, sede de su califato durante doce largos años, y remataba la jugada apoyando al candidato Rubalcaba en un mitin, al lado de un coro de conocidos lameculos del cesante chico de la guitarra. ¡Este muchacho es infatigable!
En cualquier caso, este a lo que parece inevitable personaje tiene una biografía ejemplar. Ejemplar porque simboliza paradigmáticamente un modelo de político español afortunadamente en vías de extinción. Incluso parece ser que ha declarado, en un desesperado esfuerzo de justificación, que su vocación de resistencia al sistema franquista comenzó desde su más tierna etapa estudiantil. No obstante, no ha aparecido de momento nadie que recuerde ese episodio, salvo él mismo. Merece la pena perder unos minutos con esta perla.
Aunque catalán de nacimiento (Barcelona 1934), se doctoró en Farmacia en Madrid en 1958. Fue catedrático en Granada cinco años después y se le proclamó “rector más joven del franquismo” en Junio de 1968 en esa misma universidad.
Como coincidencia significativa con esa gesta conviene recordar que esta tendría lugar un mes después de la expulsión de sus colegas Agustín García Calvo, Enrique Tierno Galván, y José Luis López Aranguren de sus respectivas cátedras, a causa de las escasas simpatías que manifestaban hacia un Movimiento del que, poco después, formaría parte nuestro Federico como Consejero Nacional.
En cuanto a su “protector”, el ministro de educación Villar Palasí, de cuya política de represión en los campus algunos guardamos un fresco recuerdo entre patético y vergonzante, parece ser que el Opus estaba detrás de su empeño por reformar la enseñanza con su tecnocrática Ley de Educación de 1971. Nombrado subsecretario del mencionado ministro, nuestro héroe entró a formar parte de los cuadros del Movimiento, como Consejero Nacional, con su camisita y su canesú.
Con la presidencia del CSIC, poco después, arranca una fulgurante carrera político-científica, que le lleva a ser, en 1974, subsecretario del gabinete ministerial de Carlos Arias Navarro. Este sujeto, conocido por “Carnicerito de Málaga” en los fluidos ideológicos en los que actualmente nada Federico, ganó ese épico sobrenombre en mérito a su actuación estelar como fiscal en los consejos de guerra sumarísimos celebrados en la guerra y en la posguerra, y que dejaron con su firma más de 4300 republicanos tendidos al pié de las tapias de los cementerios.
Tal vez hubiese podido ser útil la relación de nuestro subsecretario con aquel Presidente del Gobierno, si hubiera servido para recordar algún detalle “interesante” tal vez evocado por Arias en aquella época, que pudiese contribuir a esclarecer algunos de los crímenes franquistas que la Ley de Memoria Histórica trata de elucidar. Lo digo a juzgar por el entusiasmo que dicha ley ha suscitado en nuestro personaje, si creemos en sus elogiosas declaraciones al respecto.
Pero no acabó aquí su asombrosa singladura histórica. Montando el tigre de la Transición, de la mano de otro Consejero Nacional, Adolfo Suarez [este sí admirable por su demostrada sinceridad respecto de su caída del caballo, el 23 de Febrero] llega a Ministro de Educación con el gobierno de Calvo Sotelo, después de entrenarse como diputado durante cinco años. Como en 1978 ya había sido nombrado vicepresidente de la UNESCO, tras la travesía del desierto en la desvencijada carreta del CDS conducida por un Suarez caído en desgracia, consigue la presidencia del organismo internacional en 1987. La conservó hasta 1999.
La actitud antisemita de Mayor Zaragoza para con el estado de Israel, a lo largo de aquellos tiempos, se verifica en una serie de decisiones harto significativas.
Después del abandono de la institución por parte de los EEUU, de la Gran Bretaña y de otros países europeos en base a “la guerra cultural que sostiene la institución contra Israel y Occidente” en 1984, este enfrentamiento es recogido por Mayor Zaragoza, que parece asumirlo como una contienda personal, declarando en 1989 que “la ocupación de Jerusalem por parte de Israel”, destruía la ciudad santa a causa de sus “interferencias, destrucciones y transformaciones”.
En 1990 critica los “cambios irreversibles” sufridos por el patrimonio arquitectónico, como consecuencia de la “ocupación” de la capital por parte de Israel.
En 1993 nuestro protagonista rechaza participar en una conferencia científica internacional porque debería tener lugar en Jerusalem.
En el coloquio convocado por la UNESCO sobre Jerusalem que se desarrolló en París en 1996, participan todos los estados árabes, pero Israel no es invitada.
En 1998 una delegación de la institución que visita Israel rechaza un encuentro con oficiales israelíes.
En el año 1999 Mayor deja la presidencia, pero sus sucesores continúan su particular cruzada anti-Israel.
En 2001 la UNESCO adoptaba la denominada “Declaración de El Cairo para la preservación de las antigüedades de Jerusalem”, en la que se acusa falsamente a Israel de destruir el “patrimonio musulmán” del Monte del Templo de la ciudad vieja, y que tenía por objetivo desviar la atención de los actos de vandalismo palestinos contra la herencia arqueológica e histórica.
En el año 2005, en el marco del 50º aniversario de la ONU, la UNESCO rehusó mencionar la Shoah en su declaración sobre la Segunda Guerra Mundial.
En 2009 la UNESCO designa Jerusalem “Capital de la cultura árabe”.
Una de las actuaciones más patéticas de estos sulfurosos antisemitas tiene lugar en el 2010, cuando publican un informe sobre la ciencia en los países árabes y transforman al filósofo judío Maimonides en un musulmán de nombre Moussa Ben Maimoun.
En el mismo 2010 adoptan una resolución en virtud de la cual la tumba de Raquel en Belén y la tumba de los Patriarcas en Hebrón se convierten en mezquitas musulmanas, a pesar de formar parte de los lugares más sagrados para el judaísmo.
En el mes de Julio del presente año y bajo la presión del bloque árabe capitaneado por Jordania, la UNESCO ha prohibido todos los trabajos arqueológicos de Israel en Jerusalem.
Por último, según el ministro palestino de la Cultura, el arqueólogo Hamdam Taha, la arqueología de la UNESCO ”sirve para escribir o reescribir la historia de Palestina”.
La UNESCO, institución dependiente de la ONU, lleva a cabo en Medio Oriente una política militante contra la cultura occidental y en especial la israelí, que desmiente los principios contenidos en sus propios estatutos. Se podría afirmar sin mucho riesgo que, desde su fundación, esta institución fue uno de los baluartes avanzados del comunismo en el contexto de la guerra fría. Pero lo más preocupante es que tras la derrota y desmantelamiento del paraíso proletario, esa institución se ha convertido en un bastión irredento, animado infatigablemente por un reducido gang de pretendidos intelectuales de tendencias totalitarias, cuya labor trasnochada y caduca sirve de coartada a los enemigos de nuestra civilización, dotando a toda clase de mediocres donnadies, oportunistas y carroñeros, de una supuesta “buena imagen internacional”.
Como hemos visto, gente con una conciencia de chicle, acomodaticios e irrelevantes, como nuestro ilustre pelotillero Federico Mayor Zaragoza, han desarrollado una astucia darwiniana asombrosa a la hora de adaptarse a las rugosidades de la historia.
Yo tuve la ocasión de conocerlo personalmente, cuando era ministro de Educación, con Calvo Sotelo, con motivo de una serie de entrevistas que hicimos Lalo Azcona y yo para “La Gaceta Ilustrada”(dibujo de ahí arriba). Honestamente debo reconocer que me dejé seducir por su discurso de corte liberal y culto, que no era tan frecuente en boca de ningún político en aquella época. El único que sostuvo un postura análoga ante nosotros entonces, fue esa especie de telepredicador de la ciencia “todo a cien” que es hoy Eduardo Punset, asimismo ministro de Relaciones con las Comunidades Europeas con Suarez, en la época.
Al héroe prodigioso de nuestra historia de hoy, solo nos falta encontrarlo en un par de sitios. Formando parte del fantasmagórico Tribunal Russell sobre Palestina -espectral resurrección del Tribunal Russell-Sartre de la guerra del Viet-Nam, diseñado en Marzo del 2009 por algunas viejas glorias del antisemitismo progre- o en una foto posando sobre la cubierta de uno de los barcos que provocan a la Armada israelí en los confines del bloqueo marítimo de Gaza, esperando a que un marino judío le agarre de la camisa azul desvaído y lo facture de vuelta, como paquete con destino equivocado y la etiqueta: “Frágil/Antigüedad”.
Pero no nos desanimemos.
Todo se andará, Dios mediante, y si Yahveh no lo remedia.
Para mí Mayor murió como persona -al igual que mi admirado en su día Ruiz Jiménez- por aceptar el premio Sabino Arana, que es el premio Adolfo Hitler de los nazi-onanistas vascos.
ResponderEliminarNo creo que no ser sionista sea equivalente a ser antisemita. El sionismo es una forma de racismo, ¿o no?
Mayor tuvo que lidiar en su día desde UNESCO con el tema del Apartheid sudafricano, y el único apoyo que tenía Sudáfrica era Israel por el tema del uranio y los proyectos sudafricanos de bomba atómica.
La obsesión norteamericana por apoyar Israel siempre, incluso a costa de su propio prestigio e intereses no puede decirse que haya sido un éxito.
Muchos que no son antisemitas están hartos de los gobernantes israelíes, empezando por millones de judíos que no entienden la politica de asentamientos y de confrontación permanente. Fíjate que un señor como Sarkhozy, con relaciones muy claras en el mundo judío, empezando por sus raíces familiares, le expresó a Obama su hartura.
A mí lo que realmente me inquieta para el futuro es la locura antisemita del presidente de Irán. No temo que Irán lance la atómica sobre Israel, porque para los musulmanes Jerusalén es ciudad santa, pero resulta obvio que no pueden los israelíes contar con la buena voluntad del presidente iraní ni conformarse con ese pensamiento consolador. El presidente de Irán no está dejando a Israel otro camino que el de un ataque preventivo y devastador. Y salvo el promotor de la Alianza de Zivilizacionez, el gran aliado occidental de Irán, dime tú quién se lo reprocharía.
¡Por fín apareces! Te echaba de menos; de verdad.
ResponderEliminarDe Mayor Zaragoza ya he dicho todo lo que tenía que decir. La cantidad de datos comprobados que poseo sobre su biografía es lo sufucientemente abundante como para prever que la aparición de cualquier otro nuevo no alteraría sustancialmente la opinión o el juício que me merece.
Donde tenemos tú y yo un cordial desacuerdo es en lo referente a Israel.
Tal vez este no sea el lugar más adecuado para mantener un debate cuya profundidad e interés supongo de entrada dignos de tu bien juício e ilustrada inteligencia.
Solo apuntaré que, como sabes muy bien, el lenguaje es esencial y la palabra sionismo está en este momento absolutamente corrompida por el uso que de ella hace el malvado discurso de delincuentes de la estirpe de los terroristas palestinos, islamistas, bolivarianos y la basura intelectual occidental, cuya esclerosis ideológica les ha dejado postrados en una retórica tercermundista de los años sesenta.
Llevo demasiados años con el problema israelí instalado a la cabeza de mis prioridades vitales, como para haberme preguntado más de una vez el porqué de esa peculiar jeraquización.
La respuesta tiene algo que ver con el hecho de yo soy un católico agnóstico, que no reconoce ninguna peculiaridad religiosa como factor discriminatorio. De hecho, para mí los judíos no existen más que en su condición de seres humanos.
Este es el único terreno de debate que me interesa; Israel es el único estado democrático en un espacio geagráfico en el que impera la superstición medieval criminalmente excuyente, como modelo de convivencia para un noventa y cinco por ciento de sus habitantes. Ese es el problema.
Lo demás son solo los detalles, por trágicos que sean.
En el mapa de Oriente Medio que el presidente de la UNESCO tiene detrás de la mesa de su despacho, el estado de Israel NO EXISTE.
Es el mapa palestino que dibujó en 1948 al Husseini, Mufti de Jerusalem, tío carnal de Arafat y perseguido por el Tribunal de Nuremberg y numerosos países al término de la Segunda Guerra Mundial, por haberse aliado con Hitler y haber creado de la division SS "Alfanje", integrada por voluntarios herzegobinos, de sangriento recuerdo en la antigua Yugoslavia.
Por ahora eso es todo.
Sería para mí un lujazo debatir ampliamente este tema contigo.