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jueves, 3 de marzo de 2011

The freak offensive.

Recuerdo haber mirado por primera vez en el diccionario el término ingés “freak”, allá por los ’60. La primera acepción era “monstruo”, en el sentido de atracción de feria. Véase el hombre oruga o la mujer barbuda. Para nosotros, entonces, hacía más bien referencia a alguien que había escogido marginarse de la sociedad, y lo había conseguido. A través de algún potingue químico o botánico, de los muchos con los que acompañabamos habitualmente a la castiza y legal droga del alcohol, se conseguía derrapar algunos metros fuera de la ruta, durante un período corto de tiempo. Era toda nuestra experiencia como freaks.

Pero desde hacía unos años, unos seres admirados, no se sabía entonces muy bien porqué, pertenecientes a un club conocido como la Beatnik Generation, le habían contado al único que había leído a un tal Jack Kerouak, que lo suyo era largarse por el mundo y abrir los ojos. De ahí partió todo. Largarse, apartarse, dejar el sendero de los mayores. Y lo que habríamos de encontrar debería ser mucho más “real” que la oferta “fraudulentamente almibarada” que nos ofrecia la sociedad que había vencido a uno de los dos totalitarismos.

Claro está que más “real” significaba más sucia, deprimente, gris, triste, amarga, violenta, etc. Si realmente te había sido de provecho la experiencia, lo sabrías enseguida. Deberías, en ese caso, haberte convertido en un “loser”; en un perdedor; “triunfantemente amargado”, eso sí. Y si asumías de verdad tu nueva condición, se te abrirían grandes espectativas de futuro. A poco que exhibieses una imagen bien acabada de “prueba andante del fracaso del sitema”, estarías a un paso de entrar en la vitrina de los “malditos”.

Lo importante de aquel “poeta maldito”(¿qué habrá sido de Carlos Oroza?) que vivía de los sablazos que propinaba en el Café Gijón a sus promotores, con una técnica inventada siglos atrás por los mendigos de catedral, y que basaba su eficacia en la capacidad intimidatoria de una posible maldición en el caso de estos, o una maledicencia en la de aquel, lo importante digo, no era si no le publicaban sus ripios por impublicables, lo que era natural si lo pensamos bien, sino que ocupaba un puesto insustituíble en el gran escenario de la modernidad.

Sus sarcásticos improperios, dirigidos a aquellos que financiban su dolce farniente, al igual que los cuadros de los pintores anticapitalistas que fustigaban con furor a los burgueses que los colgaban en sus salones o, mejor aún, en el despacho de dirección del banco, formaban parte de una colosal comedia, en la que cada actor recibía su salario correspondiente, en términos de raciones generosas de autoestima, de penitencia, de frivolidad, de vanidad o de cheque político endosable en el cada vez menos lejano, y más amenazador, futuro de aquella época.

Pero éteme aquí, que los desarrapados herederos de todo ese espectacular período de nuestra vida, los post-modernos, que tuvieron que inventarse ese término por no reconocerse como reaccionarios antimodernos, o sea para no identificarse con los fachas de sus papás, han reinventado una vez más la pólvora y sacan, como "friqui", al término de marras de la faltriquera de la bisabuela, asociándolo, en una nueva y alegre ensalada “ideo-ilógica”, con el de “anarcoide”(¿el que "padece" anarquía?). Ya no saben que inventar, como decía mi abuela Amparo.

Pero no nos equivoquemos. La actual imparable marcha de nuestra sociedad, en su obcecado rumbo de colisión, nutre cotidianamente nuestra lista de freaks con nuevas adquisiciones cuya principal originalidad, ya no se basa como antes en ser únicos, especiales, exclusivos o simplemente raros. No señor. La modernidad, en su incansable búsqueda de la igualdad, ha llegado a la conclusión que lo verdaderamente original en la nueva generación de “fenómenos” es, precisamente, que sean exactamente idénticos. Colectivamente. Como clones.

Y aquí es donde aparece el último grito (histérico) en la reciente generación de estos engendros clónicos que, en su última versión, consiguen vender sus taras envueltas con el provocativo (¡Ya me entiendes, oyes... Sólo es una provocación, ¿sabes?) papel de regalo de la más nauseabunda bazofia nazi.

John Galliano. Se trata de un macarra de La Linea, que supongo que a través de una exitosa carrera de chapero hortera en el puerto mercante de Gibraltar, acabaría vendiendo su pátetica y zarrapastrosa silueta en cualquier esquina del East End de Londres, donde la suerte, o vaya usted a saber qué, lo catapultó a uno de esos salones “divinos” donde sujetos como Ali Agka, el asesino frustado del Papa Juan Pablo II, pululaba ofreciendo su trasero al mejor postor, antes de su hazaña. Según declaró Bertolucci, que de eso debe saber lo suyo. Y de ahí a la Gloria.

"Es muy mala suerte que le grabaran todo lo que ha dicho, pero creo que la firma está respondiendo bien, como debe", declara Tamara Falcó, que no sé quien es pero a la que los medios proporcionan la posibilidad de declarar esa estupidez. Bimba Bosé, que tampoco sé que pito toca en este asunto, pero que si se pasea con ese nombre de perro debe ser una pija más de ese selecto entorno de divinos sarasas, también se creyó obligada a emitir unos ruidos guturales: "Es muy delicado echar a un artista por no se sabe qué motivo, porque alguien haya dicho... No sé, esas cosas son muy delicadas. Nunca sabremos la verdad y mejor no saberla. A la prensa le llega la punta del iceberg, es una pena que un genio como él tenga que ser echado de una casa de esa forma”.

“Mejor no saber la verdad” dice esta lumbrera. Aunque sean cosas muy delicadas voy a arriesgarme a decirlo: Se puede ser mas idiota pero no más gilipollas.

Johnny se declara devoto de Hitler. Acepta deprimido la imposibilidad de envíar a una cámara de gas a unas personas que no parecen reírle las gracias ni extasiarse con sus harapos divinos. La fascinación que el averno nazi ejerce sobre esa anomalía psico-sociológica que constituye la autoproclamada Comunidad Gay, es un fenómeno que transciende la banal simplificación de una atracción puramente estética.

Esa lógia, cuyo argumentario hunde sus enfermizas raices en una de las patologías de autorechazo más grave y extendida de nuestra sociedad, ha conseguido culpabilizar a la parte de esa sociedad que consigue asumir con naturalidad los problemas de su própia sexualidad, sea la que sea, e incluyendo por supuesto a la opcion homosexual. Y lo ha hecho con las mismas tácticas con las que cualquier ideología totalitaria consigue el efecto de auto-represión en sus respectivas sociedades. Acordaros del Pais Vasco.

Todo el repertorio simbólico-lingüístico del victimismo más ramplón es puesto en circulación. Pero cuidado, cuando un colectivo llega a estar íntimamente convencido de su condición de víctima histórica, y adquiere poder real, no tarda en encontrar a otra víctima, más débil que él mismo, a la que colgarle la responsabilidad de su persecución (O sea, de su incapacidad de soportar su propia imagen en el espejo). Y entonces será implacable. Y no tanto para salir de una supuesta situación de injusticia actual inexistente, sino, sobre todo, para llevar a cabo un arreglo de cuentas histórico. Una satisfacción total para un pecado que hunde su origen en la propia definición (erronea) del hombre.

No sé vosotros, pero yo estoy hasta la coronilla de aguantar con un simple y esteril gesto de cansancio a todos estos tarados que no paran de invadir mi intimidad con sus miserias de confesonario o manicomio.

Y con su puto arco iris. Dicho sea con todo el respeto

3 comentarios:

  1. Hombre, no creo que la homosexualidad sea ninguna anomalía, es un comportamiento menos frecuente, pero que existe no sólo en los seres humanos -con lo cultural que ello conlleva- sino en los animales superiores, empezando por los toros, los monos, etc. por no hablar de la bisexualidad latente en todos los adolescentes hasta que se deciden por la carne o el pescado.
    Tienes toda la razón en estar hasta la punta del gorro de los horteras, iluminados, frikis, etc. y especialmente de la gentuza neonazi, que mira que hay que estar zumbado para ser nazi porque si crees en la superioridad de la raza vencedora, después de una derrota como la de los germanos debieras ser proruso, o proyanqui, o proloquesea aliado, ¿no?
    Jugar con símbolos y sentimientos sagrados como ha hecho el tal Galiano es no sólo una maldad sino una estupidez y me alegro de que lo pongan en la calle, pa que espabile y le enseñen lo que vale un peine. Es un buen aviso a navegantes, por si alguno quiere imitarlo.
    Siempre recuerdo a mi maestro zen, Obelix, que en Astérix et les Normands le explicaba su teoría pedagógica a Astérix:
    Obélix - Bon. On commence.
    Astérix - On commence quoi?
    - Ben, on commence à en faire un homme, et pour commencer à en faire un homme, on commence à lui donner des baffes!
    - Mais jamais de la vie!
    - Ah? Et alors, Monsieur Astérix, comment allons nous commencer à en faire un homme, si nous ne commençons pas à lui donner des baffes pour commencer à en faire un homme?
    Cuando veo a frikis molestos como el tal Galiano, pienso "Cuántas bofetadas perdidas".

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  2. Veamos, admirado tocayo. Creo que no me he expresado con la suficiente claridad.
    Datos para un dossier:
    A)La sexualidad, en todas y cada una de las versiones que los 8.000 millones de semejantes puedan imaginar y practicar, es un asunto que transita por el estrecho sendero de lo privado. De lo individual. De lo íntimo. De lo particular. Por lo tanto es INOPINABLE.
    B)No solamente no voy a inmiscuirme en asunto tan personal, sino que EXIJO que nadie me haga partícipe de sus fantasmas, fantasías o fantochadas, al respecto. Y que , desde luego, ni se le ocurra meter sus narices en mí territorio si quiere conservarlas de una pieza.
    C)Un hombre puede escoger legítimamente relacionarse con otro hombre. Y seguirá siendo un hombre. Al igual que una mujer puede hacer lo mismo y seguirá siendo una mujer.
    D)Si alguien no se gusta o no se respeta a sí mismo por la razón que sea, podrá adoptar la postura que mejor le plazca. Incluso consultar con un especialista en problemas la psique. Lo que no tengo porque tolerarle es que ponga en marcha alguna de las conocidas estrategias victimistas, que cualquier colectivo de tarados en búsqueda de una migaja de autoestima suelen poner en circulación, ya sea por históricas derrotas nacionalistas, históricas ofensas raciales, históricas agresiones religiosas o míticas persecuciones sexuales cuya invención obedece más a una patética búsqueda de una miserable notoriedad que a otra cosa.
    E)Si alguno o alguna trata de mejorar su imagen ante el espejo considerando que su respetable opción sexual es algo "especial o mejor" que las del resto de sus conciudadanos, le ruego que me haga el favor de no sacarme de mi error, consistente en creer que no hay nada mejor que mi própia opción, aunque no se me pase por la imaginación contárselo a nadie.
    Aunque del "CORRECCIONAL POLÍTICO" pienso hablar próximamente, ya va siendo hora de sacar a relucir todas estas obviedades sembradas de sobrentendidos que no sobrentiendo, tabús intocables y verdades a medias que no hacen más que retrasar un mínimo, indispensable y de todas formas inexorable avance sobre los mitos de nuestros tatarabuelos

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  3. Querido Saco, has proclamado la ley de la venganza del victimismo: Todos los colectivos victimizados buscan a uno mas débil para vengarse. Estoy reflexionando, jamás se me hubiera ocurrido, jamás he escuchado nada parecido. Pero esta ley, como tantas otras, es inexorable.

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