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lunes, 9 de mayo de 2011

Un terrorista muerto aterroriza algo menos. Creo yo.

Cuando han ocurrido hechos como el de la “neutralización”–eufemismo militar– de Ben Laden (BL) a lo largo de estos tiempos de omnipresencia mediática, el expectador–oyente–lector ha dispuesto de una alternativa, en todos los casos, respecto de hacia dónde dirigir su atención. O bien se concentraba en la noticia oficial y en sus datos más significativos o, por el contrario, prestaba atención a los centenares de revelaciones paralelas, de “fuentes próximas y fuera de toda duda”, y análisis de “especialistas”, aclarando toda la compleja trama de oscuros pero, al parecer, evidentes (¡) intereses que la rodean. Cosas que, en un prodigio de oportunidad y rapidez, suelen eclosionar como setas en otoño a las pocas horas del suceso.

Este fenómeno es universal. De hecho, esas “informaciones paralelas” poseen tanto más crédito, cuanto más alejado y oscuro sea su supuesto “origen”. Pero en nuestro querido país, y a fín de no contradecir las esencias que siempre nos han definido, estos fenómenos adquieren unos niveles tales de éxito popular que para su elaboración solemos prescindir incluso de las “fuentes”. Y una vez más, aportamos a esa Humanidad, que ha solido menospreciarnos históricamente, las razones verdaderas, el auténticio desarrollo de los hechos y las consecuencias indudables que el acontecimiento provocará. Y todo ello sin precisar de otra virtud que no sea la de nuestra perspicaz e infalible intuición.

El el caso de BL, mientras en los diversos foros y medios internacionales se debate sobre las peculiaridades del derecho de injerencia; la violación de fronteras; la ejecución sin juicio previo; la legitimidad de una guerra no declarada, la posible complicidad con el terrorista de un estado aliado o la conveniencia de presentar o no públicamente las pruebas tangibles del hecho, en España hemos dado con el intrígulis del asunto sin perder el tiempo con todas esas estériles “filosofías”.

Si se tiene el humor necesario para surfear unos instantes sobre las innumerables webs del litoral “progre”, uno se tropieza de inmediato con una serie de afirmaciones, todas ellas categóricamente indiscutibles, que explican “la noticia” desde todos los ángulos posibles; legales, históricos, morales, políticos, etc.

Pongamos un ejemplo. Ninguno de vosotros se habrá dado cuenta, pero a quien realmente mataron los yankis fué a Benazir Bhutto, “por chivarse que Ben Laden llevaba varios años muerto”. Aparte de que “…quizas hallan ejecutada a Bin Laden unque no lo creo pero el otro responsables del 11S lo tiene los americanos muy cerca y es el expresidente Bush que sabia todo y que apoyo para que se cometiera el atentado, hay muchos videos de camaras infrarrojas que muestran como las torres fueron demolidas por los mismos americanos y no por los aviones, todos pueden accedera estas imagenes en YOUTUBE miren y comprueben. Bush esta feliz con la supuesta muerte de Bin Laden y cree que ya se libro de toda culpa, pero algun dia se sabra la verdad”(he preferido respetar la florida ortografía del autor). Y la esclarecida analista de portada se pregunta: “¿Es esto la instauración del asesinato extrajudicial? Matar en vez de juzgar en los tribunales, sin probar la culpabilidad, YA forma parte de los 'valores' de Occidente” .

No merece la pena insistir con más ejemplos. Los redactores y lectores de un medio de éxito editorial innegable como el Diario Público nos describen sobradamente el ambiente reinante en el territorio de las tribus progresistas.

En cuanto a mí opinión, hay varias cosas que me inspira la noticia. Empecemos por declarar, para disipar cualquier duda, que me parece una excelente noticia que el mundo, incluido el incivilizado, se haya visto librado de un peligroso ejemplar de esa especie tan desdichadamente abundante que constituyen los partidarios de las masacres artesanales.

Luego, con relación a la manera en la que ha sido apartado de sus potenciales víctimas, o sea del resto del mundo, por más que me esfuerzo no encuentro rastro de duda. Desde que soy una persona adulta (no hace tanto de esto) albergo la convicción de que nada es más justo que el aplicar escrupulosamente a los delincuentes su própio código de conducta. ¿Que les gustan los campos de concentratación? Uno entero para ellos solos. ¿Que les gusta arrebatar vidas ajenas? Pues nada, se le arrebata la suya. Esas cosas las entienden ellos mejor que nadie. Alfonso Rojo, que los ha visto de cerca durante años, opinaba en el ABC que lamentaba que le hubiesen pegado tres tiros en el pecho y la cabeza… antes de volarle las pelotas. Comprendereis que es una última jugada muy sucia que un nota de estos nos haga perder el tiempo buscando un encaje legal perfecto para su castigo, no para que él se sienta mejor, sino para que el acto de la justicia no nos caiga como una losa sobre nuestra conciencia.

Por otro lado deberíamos analizar con detenimiento el comportamiento de estas perlas, para adquirir la certeza de que se acomoda a aquel que define al ser humano. No vaya a ser que estemos aplicando un código de derechos erróneo. La mayoría de las actitudes comprobadas en muchos de estas joyas, no serían suscritas ni por una pantera de Java. Y, que yo sepa, a las pobres panteras no suelen aplicárseles códigos como la Declaración Universal de Derechos Humanos. De modo que más nos valdría recordar que un ser humano es precisamente humano porque se comporta de una determinada manera, y dentro de unos límites (incluso delictivos). Fuera de esas pautas no existen ni los seres humanos, ni sus códigos.

A no ser que volvieramos a plantearnos su definición.

No me cabe duda que a algunas posiciones ideológicas, que se encuentran hace años a la búsqueda de un hombre nuevo, apoyarían esa iniciativa. Son los mismos que desarrollan interminables discursos cuando ocurren cosas como esta. No para reflexionar sobre la catadura del muerto, o conmoverse con la tragedia de las víctimas, no, no. Hablan incansablemente sobre nuestra inexcusable responsabilidad en la aparición y existencia de esa plaga, y en nuestra implacable e inmoral crueldad a la hora de resolver el problema.

Otro aspecto interesante es la postura del presidente Obama. Debió analizar hasta la extenuación el papel de Gary Cooper en “Solo Ante el Peligro”, para descubrir la sutiles diferencias que distinguían a ese personaje de los interpretados por su colega el rudo derechista John Wayne, y poder encontrar así un paradigma salvador. ¡Tenía planteado el más mediático de los problemas de su mandato! ¡Se veía obligado a asumir el remate de la faena iniciada y casi resuelta por su innombrable predecesor!

Pero, teniendo en cuenta el lamentable estado de las encuestas a un año y medio de la reeleción un éxito popular como este podría representar un pelotazo sólo comparable al del cierre feliz de una negociación política con la ETA, para un deshauciado Partido Socialista Obrero Español, aunque se consiga a costa de entregar el país a una banda de forajidos.

Y, claro, mandó disparar.

De todas maneras, habrá que estar atentos a los próximos acontecimientos en los EEUU. La pérdida de liderazgo mundial, por momentos aparentemente provocada por ellos mismos (caso de Libia), da la sensación que responde más bien un nuevo y evidente cambio en los equilibrios globales. Pero no me parece que los yankis se vayan a resignar. Puede haber de todo en ese pueblo; pero nunca se ha detectado ni una migaja de determinismo hasta la fecha.

¿Esta bomba mediática puede encerrar más carga simbólica de la que aparenta? ¿Corresponde a una señal de afirmación de un poder que algunos podrían haber empezado a poner en duda? ¿Esas dudas fueron alimentadas por una política exterior del gabinete Obama que, de tanto tratar de distanciarse de su antecesor, estaba empezando a ser percibida con síntomas de debilidad? ¿Es esta noticia un síntoma de revalorización de la, hasta hoy, denigrada estrategia emprendida por el Departamento de Estado, bajo el mandato de George W. Bush? Desde luego podrán apreciarse algunas lagunas en el perfil político de Obama, pero su inteligente capacidad para detectar y aprovechar cualquier oportunidad que se presente está fuera de toda duda.

Y esta vez la ha cogido al vuelo.

Por otra parte, y por primera vez en mucho tiempo, tengo la sensación de que la operación llevada a cabo en esta ocasión, lo ha sido con un excepcional sentido de la oportunidad y la eficacia. Respecto del momento escogido, las previsibles respuestas malhumoradas por parte de los “amigos” del golfo pérsico, no parece que constituyan actualmente una preocupación prioritaria para ellos, dadas las agitadas circunstancias políticas que concurren actualmente en la mayoría de sus territorios.

Lo cierto es que el seísmo geopolítico que està teniendo lugar desde Paquistán hasta Marruecos, aunque sufre de esa patología consistente en perder tensión mediática, aunque la fiebre no haya remitido, simplemente porque se prolonga en el tiempo más allá del presente inmediato, ese seísmo digo, está adquiriendo en mi cabeza un transcendencia inesperada. No sé muy bien porqué. Por más que trato de estar informado, y que acudo a fuentes bastante fiables en cantidad y calidad, sigo sin aislar y entender el núcleo de la cuestión. Pero, a pesar de ello, cada día aumenta en mí la intuición de que estamos viviendo uno de esos momentos que, a veces, han acelerado el ritmo de la historia. Al final de estos cortos e itensos períodos, nuestra realidad siempre ha presentado cambios significativos con relación a las situaciones precedentes. Situaciones, por cierto, que parecían inamovibles muy poco tiempo antes.

Bueno, por lo pronto, Osama Ben Laden ha salido por última vez del silencio mediático en el que se había refugiado desde hace un tiempo, y, aunque su esquela no aprezca en el ABC, parece bastante probable que se encuentre en este momento ocupando su tiempo en la afanosa búsqueda de las 72 huries que se ha ganado a pulso.

¡Un monstruo!


(Por cierto, el dibujo de más arriba es obra de Hillary Clinton. ¡Como lo oís!)

2 comentarios:

  1. Coincido plenamente contigo en que el mundo tiene una cucaracha menos sobre su superficie, Deo Gratias,y sospecho que Obama está dejando correr los rumores para luego desmentirlos, poniendo un vídeo y todo, como hizo con su partida de nacimiento. Que no llegas a Presidente sin una cierta marrullería de musolari. Las especulaciones acerca de las versiones oficiales son un tipo de onanismo en elque no incurro, ¿para qué? Ah, sí, uiquilics nos contará la verdad,en 2045 más o menos...

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  2. Querido Saco:

    Otra vez me has hecho reflexionar.

    Coincido contigo en la alegría que produce saber muerto al individuo que mandó tumbar las torres gemelas y matar a todo el que pudo.

    Posiblemente habría pagado para apretar yo mismo el gatillo, una vez convencido sin género de dudas, de que era el responsable. Mi indignación por lo que hizo no tiene límites y sería un gustazo tener su vida en mis manos.

    Como conocía a etarras en su día, me pareció entonces divino que el Gal matara gente en Francia porque de mas de 100 muertos por asesinatos etarras anuales, bajaron las cifras a la décima parte o menos. Eso era ganar muchas vidas, en mi opinión de entonces, merecía la pena matar (asesinar) a etarras refugiados en Francia con patente de corso gala para matar en España.

    Cuando veo la justicia actual, (T. Supremo, Constitucional etc) a veces pienso en la vieja tradición persa de forrar el sillón desde donde se imparte justicia, con el pellejo de un juez prevaricador. Esta medida dotaba de un estado de reflexión serena e independiente a quien acaricia la piel de su solio, mientras dicta resoluciones judiciales.

    Sabía que si perdía la serena y muy objetiva reflexión, su piel sería acariciada por otro en el mismo trono. Y eso marca impronta.

    Pero al tiempo que reflexiono sobre todo ello, pienso que hay que tener la valentía de reconocer el carácter criminal de quien aplica la pena de muerte de modo sumario, de quien mata y encima sin juicio y por tanto sin convencimiento absoluto, aunque tal hecho conlleve salvar mas de 90 vidas anuales en el caso del Gal y quien sabe cuantas, en el caso de Osama.

    Quizás, yo lo aprobara,incluso me ofreciera voluntario, pero sabiendo que si se me aplica la ley, sería condenado como autor intelectual o material de estos asesinatos. (Así pensaba yo en los 90).

    Es la actitud de thatcher en el la Cámara del Congreso: “Fui yo quien disparó a los tres terroristas en Gibraltar”, acusándose de asesinato (quizás lo ordenó, pero se confesó autora material) aun a riesgo de afrontar las consecuencias que tales palabras tuvieren en el ordenamiento jurídico. Los políticos y el pueblo la indultaron de facto. Pero en aplicación de la ley, debería de haber sido condenada.

    Si vamos a hacer de jueces, hagámoslo desde el sillón persa. Que nos condenen por asesinos, con cierta “justificación” que nos haga acreedores de una posible amnistía casi unánime, pero no por prevaricadores.

    No hay nada mas odioso que un juez (con o sin toga) prevaricador, porque se lleva por delante, dentro de su ámbito, la justicia, la libertad, la ley, la nación, la dignidad, todo, absolutamente todo por lo que merece la pena luchar y que el curso de la historia esculpió en leyes.

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