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sábado, 1 de octubre de 2011

(Malas) Noticias de Libia

Hasta ahora no me había atrevido a dibujar un contorno ni siquiera aproximado del perfil del conflicto libio. Pero empieza a haber informaciones, si se sabe buscar en la confusa chatarrería de Internet.

¿Os acordais de Irak? Las famosas armas de destrucción masiva nunca fueron encontradas. Ya. Lo que conviene recordar asímismo es que el gobierno de Sadam tuvo dos meses de respiro, graciosamente concedidos por Chirac y su palanganero Villepin, para llevar a cabo un posible truco de prestidigitación, digno del mejor Hudini. Lo digo porque en el zoco de armamento en el que se está convirtiendo Libia, y del que os daré más datos después, se han encontrado, depósitos de todo tipo de armas químicas y componentes de armas nucleares almacenados en el desierto. Restos que Gadaffi escondió a los controladores internacionales, tras su acuerdo del desmantelamiento de sus proyectos nucleares.

Pues bien, entre ese siniestro amasijo perdido en los arenales del desierto y sin vigilancia alguna, han aparecido contenedores de una sustancia muy particular: el llamado Yellowcake. El mismo que las tropas aliadas encontraron en Irak en cantidades significativas. Con el nombre de Yellowcake designan los especialistas occidentales a un producto que es ni más ni menos que un precursor altamente radioactivo del combustible nuclear. Únicamente con él no pueden producirse armas atómicas, pero sí facilmente bombas de las denominadas ”sucias”.

Y aquí es donde comienza a ser muy inquietante el escenario libio en el momento presente.

Si en Irak se pudo neutralizar y poner en lugar seguro toda la almoneda armamentística hallada el los stocks del ejercito de Sadam, es porque había tropas americanas pisando el terreno. Eso no está sucediendo en Libia, donde desde hace cuatro meses existe un mercado abierto, con oferta de todos los artefactos procedentes de los arsenales saqueados por los “rebeldes demócratas” en venta al por menor, cuyos clientes detectados hasta la hora presente por los servicios occidentales son diversas versiones de una conocida canción. Es decir, las distintas franquicias del terrorismo jihadista.

El pueblo irakí y las tropas aliadas tuvieron que sufrir tras la ocupación los ataques encarnizados de los terroristas islamistas, pero se consiguió que la normalidad democrática se fuese instalando, y en eso estamos aún. Eso no está sucediendo en Libia, por la simple razón de que no hay tropas occidentales sobre el terreno y son esos mismos islamistas quienes tienen el poder.

Y en medio de este desastre, una noticia ha saltado en los círculos de informadores que se ocupan de algo más que de acompañar alborozados la orgía de tiros al aire de los alegres rebeldes democráticos en sus dudosas hazañas liberadoras: ¡unos 20.000 misiles tierra–aire del modelo Grinch SA–24, también conocidos por la designación Igla–S, versión rusa del famoso Stinger americano, han desaparecido de los depósitos en los que estaban almacenados, y circulan por toda Libia a la búsqueda de uno o otro comprador!

Un equipo de la CNN y de la Human Rights Watch han entrado en un almacén cercano a la base de la Khamis Brigade, fuerzas especiales de Gadhafi, al suroeste de Trìpoli, donde se han encontrado con docenas de cajas de embalaje vacías de dichas armas, con etiquetas en ruso e inglés en las que se reseña su contenido : Missile 9M324. (foto).

El Director de Emergencias de la Human Rigths Watch, Peter Boukaert que dice haber visto el mismo escenario en otros polvorines saqueados, un poco por toda Libia, agrega que: ” …en todas las ciudades que he visitado, las primeras cosas que desaparecen son los misiles tierra–aire”.

La CIA proveyó de miles de misiles Stinger a los mouhaidines afganos, en la guerra contra la Unión Soviética, considerándose a menudo que el disponer de ese artefacto supuso el punto de inflexión hacia su victoria, para los llamados “freedom figthers” islamistas. Más tarde, cuando los chicos buenos empezaron a mostrar su patita de chicos malos, los americanos invirtieron decenas de millones de dolares en tratar de que los misiles restantes regresasen a casa. Inutilmente. Se sospecha que al llegar más tarde las tropas occidentales, algunas de las bajas iniciales en combate en aquellos parajes se debieron a estas armas, pintadas ahora con los colores talibanes.

¿De qué se trata en efecto? El Stinger o su versión rusa el SA–2, es un arma de guía infrarroja u óptica que se dispara desde el hombro por un soldado. Es decir, indetectable por su escasa masa y su total movilidad. Es absolutamente letal para cualquier cosa que vuele en un entorno de uno 5 Km. del tirador, y a una altura de hasta 3,5Km. Aviones de carga o pasaje, helicópteros, aviones sin piloto, misiles de crucero, etc. volando a baja cota en misiones de combate o de ayuda humanitaria, son los objetivos típicos de este misil.

Oficiales occidentales consultados por la CNN se han declarado severamente alarmados por la posibilidad de que este tipo de armas robadas de los depósitos gadafistas acaben cayendo en las manos equivocadas. Como por ejemplo las de Iran.

Los gobiernos vecinos de Niger y Chad, sospechan que muchas de estas armas ya hayan podido entrar clandestinamente a través de sus fronteras y acaben en poder de al Qaeda del Magreb. Y no son solo misiles, también hay detonadores y explosivos plásticos Sentex. El propio Buckaert recuerda a la cadena americana que: “… dos simples obuses de artillería son suficientes para construir un camión–bomba”.

Por último según la agencia Debka, se sabe de fuentes militares israelíes que el domingo 25 de Septiembre fuerzas de seguridad egipcias, actuando en base a una información de la inteligencia occidental, encontraron cerca de Ismailia contenedores vacíos de los mencionados misiles, en lo que parece ser una ruta de aprovisionamiento de Gaza desde Libia. Algunos de los contenedores encontrados tenían etiquetas en ruso indicando otro inquietante contenido: minas marinas MDM–3, del mismo tipo de las usadas por Gadhafi en los puertos libios al principio de conflicto. En calquier caso, la presencia de miembros de Hamás y Hezbolah con los bolsillos repletos de petrodólares iranís en Bengazi y mezclados con los anárquicos comandos próximos al Consejo Nacional de Transición, fué detectada hace ya meses por agentes de la CIA.

Lo dicho. Me temo que en Libia se está dibujando un escenario confuso y muy peligroso, en el que bandas terroristas y oportunistas de diverso pelaje, mezclados con delincuentes, contrabandistas y aventureros a la búsqueda de emociones fuertes, se están aprovechando del caos sin pisarse de momento la manguera y en el que una vez más los servicios de inteligencia occidentales están brillando por lo “acertado” de sus análisis, a juzgar por la volátil actitud de los gobiernos que les pagan el sueldo, que siguen convencidos del progreso de la democracia en la zona, cogidos de la mano de sus aliados fundamentalistas.

Hay demasiados invitados en esta fiesta, atraídos por el petroleo de la bodega. Pero huele a Somalia. La razón por la que nunco hubo apoyo aereo, portaviones, fragatas, tropas especiales, vigilancia satélite, ni visitas de jefes de gobierno europeos en aquel paupérrimo pais del cuerno, fue que allí no había petroleo. Pero… aun así, Libia no deja de ser una especie de Somalia. Con una estructura social tribal y nómada como dudoso recurso para empezar a articular una sociedad vertebrada, que nunca existió en ese lugar, y cuya eventual transformación en clanes armados al estilo somalí o afgano no debería descartarse.

Ojalá esa riqueza petrolera sea la solución y no el problema.

Y, a todo esto, uno solo de esos SA–2, en las proximidades de un aeropuerto, puede ser el preludio de otra tragedia. Con la simple presión de un delirio místico sobre un disparador.

Dios no lo quiera

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