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miércoles, 22 de diciembre de 2010

Vayamos Orientándonos

Pues bien mis queridos cofrades, un angelito musulmán de 13 añitos acaba de denunciar, por medio de su familia, a su profesor de geografía en un instituto de La Línea, por haber insistido en seguir hablando del jamón en clase, después de que el jóven devoto del Islam le hubiese apercibido de no hacerlo.

A lo que parece la cosa iba de clima; y el profesor José Reyes consideró acertado mencionar a la villa granadina de Trévelez, como ejemplo de lugar con clima más bien fresquito. Creyó que un ejemplo de las ventajas que acompañan a un clima semejante quedarían palmariamente demostrados, al mencionar a sus alumnos que los resultados gastronómicamente exquisitos que se obtienen en el jamón serrano, se deben en buena parte al clima seco y gélido del lugar.

¡Ah, no! ¡Eso sí que no…! ¡De cerdo nada! ¡Ni como impuro ejemplo! ¡Que se empieza con un ejemplito de nada y se acaba montando una Cruzada! El alevín de imán llamó la atención al profe sobre la incorrección política del hecho y ante la, primero perpleja y luego severa, advertencia sobre que quién dirigía la clase era el profesor, callose el nazarí, rumiando su implacable e inminente venganza sarracena.

Más tarde, cuando esta llegó en forma de denuncia ante las autoridades, el asombrado maestro se encontró frente al disparate de tener que declarar ante la policía y el juez, por un pretendido delito de falta de respeto a una religión. Religión que ya no se conforma solamente con conseguir, por ejemplo, que los símbolos de una cultura (sí amigos, una cultura, no solo una religión) hayan desaparecido de los ámbitos de la enseñanza, sino que ha emprendido entusiasmada la misión de imponer sus preceptos canónicos al resto de los ciudadanos del país en el que viven y del que reciben educación gratuíta.

¡Ojito con lo que se nos está anunciando …! Para que vayais preparando el pandero, os ilustraré un poco. Y gratis. Habitualmente en nuestro país, solemos hablar demasiado de oídas. En torno a este espinoso tema, eso se acabó. Lo que vais a leer a continuación, si teneis paciencia, son algunos preceptos religiosos del derecho islámico escogidos, tal como están expresados literalmente en los libros de Su Santidad el Ayatollah Khomeiny: “El Reino del Docto (Valayaté–Faghih), La Llave de los Misterios (Kachfol–Asarar) y La Explicación de los Problemas (Towsihol–Masaël)”, todos ellos traducidos al francés por Jean Marie Xavière (Editions Libres Hallier, 1979) ¡Oido cocina!

De la pureza y la impureza.

1.– Once cosas son impuras: la orina, los escrementos, la esperma, los huesos, la sangre, el perro, el cerdo, la mujer y hombre no musulmanes, el vino, la cerveza y el sudor del camello que come basuras.
15.– Todo hombre o mujer que niegue la existencia de Dios, o que crea en sus semejantes, o bien que no crea en su Profeta Muhammad, es impuro ( de igual forma que los excrementos, la orina, el perro, el vino etc) y lo es asimismo si pone en duda sus principios.
16.– El niño impúber es impuro si sus padres y sus abuelos no son musulmanes, pero si hay un musulmán entre sus antepasados, es puro.
18.– El vino y todas las bebidas enervantes son impuras, pero el opio y el haschich no lo son.
23.– El hombre que haya eyaculado durante el coito con una mujer que no sea la suya, y que eyacula de nuevo haciendo el coito con su legítima esposa, no tiene derecho a rezar sus oraciones si se encuentra sudoroso. Pero si lleva a cabo el coito con su mujer legítima y después con una ilegítima, puede hacer sus oraciones incluso si está está sudando.

De la purificación.

f).– El Islám. El hombre o la mujer no musulmanes que se hayan convertido al Islám tienen automáticamente el cuerpo, la saliva, las secreciones nasales y el sudor puros. En cuanto a sus ropas, si estas han estado en contacto con un cuerpo sudoroso antes de su conversión, continuarán siendo impuras.
I).– Los restos de comida del perro, del cerdo y de la mujer o el hombre no musulmanes, son impuros.

Del matrimonio, el adulterio y la relaciones maritales.

1.– La mujer puede pertenecer al hombre de dos maneras: en el matrimonio contínuo o en el matrimonio temporal. Para el primer caso no es necesario precisar la duración; en el sgundo caso se indicará, por ejemplo, que se trata de un período de una hora, un día, un mes o un año como máximo.
7.– Toda hija mayor, es decir que sepa distinguir su interés, para casarse, si es virgen, debe obtener la autorización de su padre o su abuelo paterno. El permiso de su madre o su hermano no es preciso.
22.– La mujer musulmana no puede casarse con un no musulmán; el hombre musulmán no tiene tampoco derecho a esposar a una mujer no musulmana en matrimonio contínuo. Pero puede tomar a una mujer judía o cristiana en matrimonio temporal.
25.– La madre, la hermana y la hija de un hombre que ha sido sodomizado por otro hombre no pueden contraer matrimonio con este último, incluso si los dos, o uno de ellos es impúber; pero si el que ha sufrido el acto no puede probarlo, su madre, su hermana, o su hija pueden hacerlo.
27.– Si el hombre sodomiza al hijo, al hermano o al padre de su mujer después del matrimonio, ese matrimonio será válido.
28.– La mujer que ha contraído matrimonio contínuo no está autorizada a salir de la casa sin permiso de su marido; debe estar a su disposición para cada uno de sus deseos, y no puede rehusarle sin una razón válida. Si es totalmente sumisa, el marido debe asegurarle su alimentación, su vestido y su alojamiento, aunque no tenga medios para ello.
33.– El marido debe tener una relación con su mujer, al menos, una vez cada cuatro meses.
45.– La mujer debe ocultar su cuerpo y sus cabellos a la mirada de los hombres. Está muy recomendado que lo haga incluso ante los niños impúberes si sospecha miradas lujuriosas.
51.–Si un hombre o una mujer se ven obligados, para prestar servicios sanitarios, a mirar las partes genitales de alguien, deben hacerlo indirectamente, en un espejo, salvo en caso de fuerza mayor.

Del divorcio.

7.– La mujer que no haya cumplido nueve años, o la mujer menopaúsica, pueden volver a casarse inmediatamente después del divorcio, sin necesidad de esperar los cien días habitualmente obligatorios.
13.– Si el padre o el abuelo paterno de un niño le hacen esposar a una mujer en un matrimonio temporal, pueden anularlo prematuramente, en interés del niño, aunque ese matrimonio haya sido concertado antes de la pubertad del mismo.

Etc,etc,etc…

¿Bonito eh? Pues ahí donde lo tenéis, nada menos que mil millones de monos desnudos rigen sus vidas a partir de estas simpáticas reglas, y no parecen renunciar a su propósito de hacernos participar a todos los demás de sus notorias ventajas. Pertenecen a una de las civilizaciones con las que, al parecer de nuestros dirigentes, tenemos que aliarnos.

Por cierto, las alianzas, que yo sepa, suelen ser tratados estratégicos útiles en estados de conflicto, que se pactan contra un enemigo común. Me pregunto contra quién tenemos que pactar esta famosa alianza…

¡Ah ya…! ¡Que idiota soy…! ¡Pero si es evidente…!

¡Contra nosotros mismos!

miércoles, 15 de diciembre de 2010

¿Alguien tiene un herbicida?

Un kamikaze islamista acaba de subir al paraíso desde Estocolmo. Sin llevarse con él a ningún infiel esta vez, afortunadamente. Es un tal Taimur Abdelwahab. Esta perla mahometana, de 29 años, era, según una web islamista, un extremista sunnita irakí que residía (¡ojo al dato!) pacíficamente en Bedfordshire, Inglaterra. Casado polígamo, y padre de dos hijos, buscaba desde su residencia en esa localidad inglesa, otra (¡) esposa musulmana nacida en el Reino Unido.

Según estas fuentes, llegó a ese país en 2001 para estudiar, después de vivir en Suecia desde 1992. O sea, que era un buen ciudadano sueco, a todos los efectos. De momento, y hasta que termine la investigación por parte de las autoridades suecas, no se sabe si su hazaña se preparó en Suecia, en Gran Bretaña, o en Mesopotomia, ni si respondía a un acto organizado apuntando a Suecia o a Europa, o si se trataba de una iniciativa personal del angelito, motivada por algún desengaño amoroso.

Lo que es indispensable tener en cuenta, a la hora de valorar actos como este, son los datos que lo rodean y su analogía con los concurrentes en numeros otros países europeos.

Suecia acoje una numerosa comunidad irakí, tanto kurda como árabe, cristiana y musulmana, fugitivos de Saddam Hussein antes de la guerra, pero también de refugiados que huyen de las matanzas originadas por las luchas inter–religiosas de la época posterior a la misma. Ese es el contexto en el que el atentado ha tenido lugar.

Una simple extrapolación de esos datos a cualquier sociedad europea actual, nos mostraría unas analogías inquietantes. He leído una estadistica publicada hace un año en Holanda, que proyectaba un futuro estremecedor. En 2050, los musulmanes con derecho a voto, reunidos en un partido islamista, obtendrían la mayoría parlamentaria en ese país.

Seamos serios. Todos sabemos que cualquier organización clandestina, en cualquier lugar y circunstancia histórica, necesita que se dé una condición indispensable para su creación y sostenimiento; la colaboración activa o pasiva de la población en cuyo seno opera. Cuando una guerrilla se queda sin apoyo popular se desvanece. Ejs.: maquis español de la posguerra. La guerrilla guevarista de Bolivia. Banda de Baader. Brigadas Rojas, etc. Por el contrario, cuando ese apoyo tiene lugar, las posibilidades de supervivencia dependen ya, únicamente, de otros factores. La Resistencia Francesa, antes de que una legión de oportunistas bloquearan sus oficinas de reclutamiento al final de la Ocupación, eran cuatro gatos; pero, sostenidos por la población civil, hicieron posible, entre otras cosas, el desembarco de Normandía. Asimismo, muchas de las caídas de sus miembros se debieron a las delaciones de sus conciudadanos petenistas.

Ahí está el núcleo del problema. La población europea, si exceptuamos a los aprendices de brujo de los anti–sistema y algunos hermanos cofrades de izquierdas, no prestaría apoyo ninguno a los islamistas, e incluso colaborarían voluntariamente en la desarticulación de sus organizaciones. Pero eso es muy dificil. ¿Cual es la cuestión, entonces? Parece simple. Otro importante segmento de población, musulmana esta vez, está estableciéndose a gran velocidad en estas sociedades, con tasas de nacimiento tercermundistas, formando núcleos de fuerte homogeneidad socio–religiosa, en los que nuestros héroes se mueven como pez en el agua.

Vuelvo a subrayar que la colaboración puede ser ACTIVA o PASIVA. No hablemos ahora de esas escuelas de mártires que son muchas mezquitas. Con el simple hecho de no esforzarse en defender la sociedad abierta que los ha acogido, dejando claro a los asesinos que corren riesgo de ser descubiertos y denunciados, ya se está cooperando pasivamente en su actividad criminal. A ellos, la tranquilidad de saberse seguros entre correligionarios, le es suficiente.

A propósito de esos musulmanes que se declaran contrarios a los métodos terroristas, y a los que hemos dado el nombre de “moderados”, ¿cuantas veces hemos oído a nuestros amigos vascos, nacionalistas moderados, tratar simplemente de “pelmazos” a sus conciudadanos de la ETA? Pero…¿ a cuántos han denunciado?¿Cuántos “nazis moderados” ha conocido nadie, en su época? Planteo estas analogías con plena concienciecia de su potencialidad provocadora, pero, si me perdonaís la falta de correción política, las razones que me hacen detestar una teocracia como la del Islam son idénticas a aquellas que siempre identifiqué en el nazismo o el comunismo.

Un alemán en 1933, y que no era afiliado al Partido Nazi, podía hablar pestes de ellos, mientras les votaba. Y esto, por idénticas razones por las que no le gustaba el aceíte de ricino; porque era un aficaz remedio, aunque muy amargo. El simple hecho de considerar a “algo” un mal menor, es lo mínimo que necesita ese “algo” para existir y desarrollarse. Ya sabrá recompesarles cuando haya triunfado. Probablemente con un bonito poste del que colgarlos. Los “moderados” son un elemento básico en los planes de los “radicales”. Por montones de razones; de entre las cuales, no es la menor la de obligarnos, a los demás, a establecer unos límites de distinción entre ambos, borrosos y de anchura variable, en los que, además, se prescriben guantes de delicada cirugía a los encargados de intervenir contra los malos. Y estos, que conocen el dedillo las debilidades de las sociedades abiertas, suelen partirse de risa mientras recitan antes de acostarse, “gato con mitones no caza ratones, law sá lláh”.

Estamos empezando a cosechar los frutos de una política suicida y, en fin… creo que ya va siendo urgente determinar dónde se sitúa cada cual, en un asunto cuya gravedad requiere que esto se haga de forma precisa y sin complejos. El Islam representa un sistema totalitario de sumisión individual, determinado por normas de naturaleza jurídica, económica y política, de cuyas consecuencias prácticas ya tenemos suficiente y dramática experiencia. Son esas consecuencias las que han hecho de mí un islamófobo. Reconozco humildemente que esa fobia, como todas las fobias, obedece a un temor difuso e irrefrenable hacia la barbarie que los fieles a ese sistema están llevando a cabo desde hace más de quince años. Y, consecuente con ese temor, me pregunto qué medidas precisamos tomar para impedir que se extiendan por nuestro huerto esas plantas invasoras.

Si mi diagnóstico se revela acertado, con respecto a las minorías musulmanas en Europa, y certificándolo con el inquietante asombro que me produce la perfecta mimetización que luce el mártir de la foto, creo que los estados europeos en su conjunto deberían dar alguna solución al problema. Lanzando, por ejemplo, un ultimatum a los residentes musulmanes. Un ultimatum en el sentido de obligarles a contribuir inequívocamente a la defensa de nuestras/sus sociedades, mediante la búsqueda y delación, en un plazo prudencial pero urgente de tiempo, de los terroristas potenciales a los que ellos están en inmejorable situación de indentificar, si tienen la voluntad de hacerlo. Naturalmente, bajo el apercibimiento de ser expulsados si su colaboración se mostrase manifestamente poco entusiasta o ineficaz. Y a continuación, en su caso, ejecutar la amenza sin temor ni mala conciencia.

Nuestro secular miedo a pensar; a hablar sin tapujos de ciertas cosas, es otro factor con el que cuentan estos mujaidines; y por si todo esto fuera poco, además de nuestras propias fronteras tenemos otras que nunca deberíamos olvidar, ni dejar de defender. Esas fronteras son las del estado de Israel. Todo esto podría llegar a ser definitivamente terrorífico si por desgracia, un mal día, nuestro primero y más eficaz escudo en origen colapsase a manos de los malos. Si Dios existe no lo permitirá.

Y si lo vuelve a permitir… tendrá que vérselas conmigo.

domingo, 12 de diciembre de 2010

Los bordes de l@s bordes.

Aunque parezca mentira, ciertas actitudes me irritan hasta tal extremo que me sorprende que esté perdiendo mi tiempo escribiendo sobre ellas. Es el caso de esas expresiones que perpetran tan a menudo algunos (o algunas) personajes públicos, y me pregunto porqué lo hago. Creo que el motivo es una mezcla de perplejidad ante el hecho y, al mismo tiempo, el reconocimiento amargo de su implacable lógica.

Ese prodigio de sutileza y matización que es nuestra actual Ministra de Sanidad, ilustre miembra de la estirpe de los Pajín, sin que se le desordenase ni un pelo de su lacia melena, ha declarado recientemente: “ ¡ Solo faltaría que una ministra no pudiese nombrar a quien le salga de los cojones…!”. Lo hizo en respuesta a la pregunta de un periodista sobre el nombramiento de una “colega” para el cargo de Directora General de no sé qué, careciendo, al parecer, del más mísero mérito académico o funcionarial.

Como digo, no sé qué me deja más perplejo; si la contundencia de ese tipo de ladrido, propio de un capataz de cargadores de muelle de los de antes, en boca de una señora, o la insospechada permanencia en el tiempo de un cierto estilo de radical–precursora–del–feminismo–militante, de los lejanos años setenta. Tengo grabado, en la carpeta de mis recuerdos más añejos de aquellos años, la imagen de ciertas chicas universitarias tratando porfiadamente de incrustarse en las bandas “progues” masculinas, exhibiendo a este fin un catálogo de ordinarieces léxicas, a cada cual más cruda e inoportuna. Por otra parte, solían impresionar escasamente a aquella tribu de machistas inveterados, si exceptuamos a aquellos que no ligaban mucho y cifraban sus esperanzas de comerse una rosca, mediante el conocido truco de mostrarse muy interesados por su santa ira reivindicativa.

A veces, trato de imaginar el origen de la caja de grillos en la que estamos viviendo y la única explicación, no muy convincente, es la siguiente. La gente de mi generación no nos damos cuenta de que los años sesenta, entre otras muchos desastres, instituyeron una especie de modelo mítico de “juventud rebelde” que cada generación reclama, no sé si como derecho o como obligación. Es algo así como lo que significaba el servicio militar. Una inevitable experiencia por la que hay que pasar por el simple hecho de tener diecinueve años.

Claro que a los protagonistas de aquellos acontecimientos hay que reconocerles dos cosas como mínimo; primero, el dudoso mérito de ser los genuinos autores de un “invento” sin precedentes, y luego, que los adversarios contra los que se rebelaban poseían una sólida autoridad intelectual, ante la que se hacía indispensable pertrecharse de unos buenos recursos y conocimientos culturales que permitiesen debatir con ellos con un mínimo rigor.

La ola generacional que sucedió a la de los sesenta carecía de todo ello. Y encima surgió, en España, en los jubilosos años de la transición, con lo que fué desarrollando su propia épica en una especie de verbena vital permanente, hueca y carente de cualquier mínima aportación apreciable, llamada “la movida”, refugio de toda la mediocridad existente. Añadamos al lote la impagable aportación, para la indispensable adquisición de un lenguaje propio, llevada a cabo por algunos oportunistas literarios, como el sobrevalorado Paco Umbral y su legión de lameculos, y estaremos muy cerca de la revelación.

Debo declarar, con bastante rubor, que la aparición en los años de la agonia de la dictadura de una revista como Hermano Lobo, que era una transcripción manchega de la francesa Charli Hebdo, me produjo el mismo entusiasmo que casi todo aquello que representaba una mínima novedad en nuestra desolación. Hoy, una vez más, me doy cuenta de que todas aquella mínimas satisfacciones encerraban una bomba de relojería cultural, cuyas consecuencias estamos sufriendo actualmente.

La carga transgresora que podía tener un lenguaje arrebatado a la subcultura semi–delincuente, bautizado con el nombre de “cheli” y semánticamente más “vil” que vulgar, estaba perfectamente identificada, dentro de la complicidad compartida por gente de un cierto nivel cultural, como un arma eficaz contra la cultura oficial. El problema apareció cuando más tarde esa misma carga, que no tenía ya nada que transgredir, enrraizó en unas generaciones cuyo andamiaje intelectual empezaba a sufrir las calamitosas consecuencias de los sistemas educativos llamados “liberales”.

Finalmente, la inadecuación de algo que no era, en origen, más que una seña de identidad de un colectivo concreto en un momento concreto, provocó un efecto inesperado y catastrófico, al convertirse en el único y mísero patrimonio de una generación que creció consentida y festejada hasta el absurdo, por sus “modernos”progenitores. Los resultados están a la vista.

Solo que ahora son ministros

martes, 7 de diciembre de 2010

Por Navidad sube el pescado.

“La teoría de que el MOSSAD habría soltado (en la mar) el tiburón mortal para pertubar el turismo en Egipto no está descartada, pero llevará tiempo confirmar esa información”
Tomaros el trabajo de visitar egynews.net( si sabeis arabe. Sino, podeis creerme, palabra), y os encontrareis con estas sensacionales declaraciones del señor Mohamed Abdel Fadil Choucha, gobernador del Sur del Sinaí, y que hacen referencia a la trágica pérdida de dos vidas humanas, un hombre y una mujer alemanes, como consecuencia de un ataque de tiburones en las playas de la zona turística de Charm–el–Cheikh, en el Mar Rojo.

El legendario servicio secreto israelí debería cobrar algún royalty a esa multitud de autores de la interminable saga de fantasías delirantes que inspira. Sobre todo, dentro del ámbito de la judeofóbia incurable de algunas sociedades.

Lo cierto es que desde hace bastante tiempo, se detecta una afición creciente, por parte de los miembros y miembras de la cultura de todo a cien, por todo lo no comprobable. OVNIS, ocultismo, secretísimos complots que, por otra parte, todo dios conoce, filtraciones de oscuras oficinas anónimas, y la carabina de Ambrosio… Cualquier estrafalaria superstición tiene más credibilidad que las noticias corrientes. En consecuencia, las empresas que viven de suministrarlas están aumentando gradualmente sus dósis de rumores, emboscándolos con el sencillo recurso de no citar las fuentes; y apoyando ese truco en el sempiterno derecho al secreto profesional (que antes tenían solamente los curas).Veáse WikiLeak

Nitsztche, no sabía la que estaba montando matando a Dios.

La historia de esa plaga mítica que son las masas consagró, con su aparición en el siglo XIX y con sus medios de comunicación, una vieja tendencia, tan antigua como nuestra raza de primates espabilados, que consiste en el enfrentamiento de la ciencia y el conocimiento con la magia y la superstición. Cuando yo era niño, los malos de las aventuras, ya tuvieran lugar en la selva, en Roma, en el Oeste o en el mundo de Flash Gordon, eran los científicos, o su trasunto correspondiente en esos diferentes contextos. Lo que daba miedo era todo aquello que, procedente del trabajo de la mente, no estaba al alcance de la cortita mente de los héroes.

¡Ah! Pero como se observaban tercos fenómenos inexplicables, la solución era atribuirlos a la maldad de quien trataba de desentrañarlos con la razón. Lo intolerable de las explicaciones científicas era que nos privaban de los misterios. ¿Y cómo vamos a vivir sin misterios, de los que colgar nuestras obsesiones? Es absolutamente necesario que las cosas sean inexplicables para poder imaginar respuestas fuera del sentido común. Y, claro, para que se pueda creer en ellas hay que inventar complots, seres implacables en su retorcida maldad, monstruos degenerados que persiguen nuestra perdición. Que es lo divertido.

Hemos matado a Dios porque necesitabamos a un Demonio libre de competencia.

¿Qué es el MOSSAD? Fácil. El MOSSAD es la última consecuencia del conocido complot de los Sabios de Sión a los que no les hemos ajustado aún las cuentas, y que siguen con su inagotable afán de conquista y destrucción del mundo. Todopoderoso servicio de inteligencia, detrás de cuyos legendarios logros se esconden las mentes más perversas de la humanidad. La prueba más fehaciente de este hecho estriba en que un pueblo como el judío, cuyo destino secular, conocido por todos, era el de errar sin descanso sobre la faz de la tierra y recibir su merecido castigo como pueblo maldito, ha conseguido modificar ese destino y muestra, contra natura, la intolerable arrogancia propia de un pueblo como los demás.

Frente a la franca valentía que aníma a los héroes y mártires de la fé islámica, luchando abiertamente y dejándose la vida en actos de una bravura incomparable, como cuando se inmolan en un autobús de escolares, el MOSSAD planea sin reposo en las oscuras oficinas de su secreto culpable, como entrenar a un tiburón sionista para que reparta dentelladas entre los ricos turistas que contribuyen generosamente al progreso de las víctimas del Mal.

La verdad es que estoy empezando a sospechar que los del MOSSAD son tan listos que, en realidad, solo hacen la mitad de lo que hacen. La otra mitad se la inventan sus enemigos. Debe ser ese sentido innato para la economía que se atribuye frecuentemente a los judíos. Pero,claro, la mala noticia es que, cuando uno se imagina que alguien puede estar formando militarmente a los marrajos, encuadrándolos en divisiones submarinas de ataque, empieza a temer que la siguiente remesa de reclutas pueden ser los salmonetes, y entonces, ataros los machos con los precios.

Ríete tú de la subida del besugo en Navidad

sábado, 4 de diciembre de 2010

Rebelión en el gallinero.

Está visto que ese pollo sin cabeza que parece ser el tal Julian“Vulture”Assange está corriendo alegremente con una antorcha en la mano por el polvorín de la diplomacia universal, lo que nos va a obligar a dedicarle más atención de la que se merece.

Remy Ourdan, periodista de “Le Monde”, acaba de revelar en una radio francesa algunos de los entresijos de la Reclicadora Multinacional de Basura Mediática (RMBM). Al parecer, de las 250.000 notas que han recibido los cinco diarios del “pool” monopolístico en la última remesa de chatarra diplomática, “solo” 2000 han sido seleccionados para su publicación.

Esto quiere decir que la pretendida “transparencia informativa”, pura, total y limpia de contaminación interesada (la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad), se transforma de hecho en, seleccionada, limitada y filtrada, por los clientes comercializadores que la ofrecen al público.

Un sanedrin de 120 periodistas fueron designados por ese cártel de minoristas del rumor, para ejercer un filtraje basado en encuestas, investigación de las fuentes, análisis, deontología periodística, etc, que rechaza los documentos sin fuentes evidentes, o poco fiables, o que son demasiado sensibles o arriesgados etc. Respecto de estos últimos, el periodista habla de las graves amenzas para la integridad física que habrían sufrido ya un centenar de personas.

¿Qué quiere decir todo esto? Pues bien, creo que está bastante claro. El poder descontrolado del pirata nihilista, al final, es vendido por algunos cientos de millones de lo que sea, a un consorcio de poderosas empresas de la comunicación, que se convierten de esa forma en los detentadores/administradores de ese poder, y que deciden lo qué se publica y lo qué no, además de discriminar el lugar y la oportunidad.

Según parece, este procedimento no responde al modelo “ideal” que se proponían llevar a cabo el gang de los filibusteros informàticos en un principio. Ese grupo de idealistas sin ideas habrían imaginado en su delirio anarquista que pondrían provocar la revolución del pueblo engañado y establecer con su apoyo entusiasmado un “Mundo Sin Mentiras”. Solo que para llegar a esas masas confundidas por el vil capitalismo se necesitaban medios. Los Medios de Comunicación. Y eso es algo que no se crea en la virtualidad de un computador. Una vez negociados los mutuos intereses con quien sí tiene esos medios, el resultado es el que está a la vista.

Las preguntas ahora son: ¿ha provocado disidencias en esa Hermandad de la Costa cibernética ese cambio de rumbo? ¿existen otras Islas de la Tortuga en la Red presas del frensí de la Sagrada Transparencia Total, y dispuestas a hacer llegar puras y sin interferencias las Verdades a su destinatario, la Asemblea Soberana del Pueblo? ¿Puede haber un renacimiento de la idea fundamentalista de la “Transparencia Radical”?

Tipos como nuestro héroe han existido desde la época dorada del anarquismo nihilista de los Ravachol, tirando bombas en los patios de butacas de los Teatros de la Ópera europeos de final del XIX. Actualmente, jóvenes que viven dentro de un ordenador veinticuatro horas al dia, siete días a la semana, y que retrasan demasiado, a causa de ello, su salida del huevo adolescente, representan, como en este caso, un evidente peligro para todos. Sobretodo en el supuesto de que en un descuido tengan una idea. Esa solitaria idea suele ser algo relacionado simultaneamente con una overdosis de narcisismo y los devastadores efectos de un angelismo redentor, adquirido en una de las numerosas almonedas ideológicas de todo a cien. Son unos santos.

Si el efecto neutralizador de un sucio dólar se interpone oportunamente en su rumbo de colisión, menos mal para todos. Lo malo, como siempre, son las fotocopias. Lo avatares, que casi siempre suben las apuestas para mear más lejos que el original.

Un pollo sin cabeza puede acabar cayendo en la cazuela. Lo malo es cuando el gallinero se juramenta para ir a cazar al zorro.

Y ni te cuento si además el zorro es “El Zorro”.

viernes, 3 de diciembre de 2010

El Tomate cósmico.

Cualquier día de estos, alguien nos anunciará entre estridentes toques de trompetería triunfal que, como dijo aquel ins–Pirado ministro franquista, : “Tras largos años de permanencia al borde del abismo, acabamos de dar un definitivo paso adelante”.

El galopante deficit intelectual que avanza paralelo al económico en el mundo occidental, acaba de recibir un empujón inesperado, que no por poco novedoso deja de alegrarnos esta vida nuestra ávida de primicias.

El rumor; esa indispensable componente eterna de la vida de los españoles, y que, en su vertiente “positiva”, conseguía compensar un poco las chafarderas manipulaciones de la información de la dictadura de Su Excremencia, una vez establecida la democracia, encontró su verdadero espacio conceptual en las crónicas de culos, tetas y cuernos. Estos “formatos”, como se dice ahora, son expuestos con primor en unas emisiones televisivas que, con planos cortos sobre las risueñas caries dentales de los horteras estabulados en las gradas, satisfacen las carencias emocionales de nuestros castizos conciudadanos.

Y, de pronto, los principales periódicos de nuestra mediocre mediocracia, reunidos en un “pool” monopolístico, se han hecho clientes exclusivos de la recientemente creada Recicladora Multinacional de Basura Mediática; la cual ha emprendido su boyante negocio bajo el pomposo nombre, de resonancias vulgo–enciclopédicas, de WikiLeaks.

En los años de la guerra fría, los malos se partían la panza de risa cada vez que verificaban su teoría de que la libertad de expresión era una de las pruebas más evidentes de la debilidad del sistema democrático occidental. Efectivamente algo de razón tenían, ya que este se autosaboteaba, de la mano de unos intrépidos reporteros de “investigación,” los cuales publicaban, con incrementos siderales de tirada, cualquier trapo sucio de sus respectivos gobiernos.

Como ante cualquier ataque al sitema, los tontos útiles como yo, experimentabamos un éxtasis de satisfacción al enterarnos de semejantes “revelaciones". Síntoma inequívoco de la patología masoquista que padecimos durante años, al creer confirmar con esos reportajes la maldad canallesca implícita en nuestro estilo de vida. No puedo precisar cuando me he curado de esa dolencia, pero al día de hoy, constato desolado su terquedad epidémica en el entorno.

Esa Casta de feroz corporaritivismo que son los periodistas, están actualmente babeando ante un “fenómeno” que puede tener de todo, menos de periodismo. De hecho su autor, hoy en día en los altares, ni es periodista, ni siquiera paga a algún corrupto : roba simplemente las pestilencias que ofrece. Es un hacker. O sea un pirata. Un delincuente cibernético. Pero como siempre en este país, la popularidad nunca se ha acercado a los gabinetes científicos, por ejemplo. Eso no vende. En el cuadro de honor del interés popular siempre hay un hueco distinguido, reservado para el último émulo de D. José María “El Tempranillo” o de “El Dioni”.

Lo que está claro es que este sujeto satisface al nicho insaciable de la demanda de carroña política y, 1) ya debe estar forrándose, vendiendo esa chatarra de archivo; 2) pronto narrará su fabulosa aventura cibernética en un best–seller garantizado; y 3) seguro que alguien está ya escribiendo el guión de una superproducción en technicolor, con Leonardo Di Caprio en el papel de Julian ”Vulture” Assange .

Hoy percibía en la radio la espectación creada y sentida entusiásticamente por las diversas ideologías periodísticas presentes, ante la posibilidad de empapelar, nunca mejor dicho, al Fiscal General del Estado. No por el affaire del bar Faisán (no caerá esa breva) sino por sus implicaciones en la presunta demanda de encubrimiento del caso del periodista José Couso por parte de la Embajada Americana, y reveladas por nuestro Robin Hood de la infobasura.

Como recordareis el cámara de TVE Couso resultó lamentablemente muerto en Bagdad, en el curso de la batalla por la conquista de esa ciudad, durante la guerra de Irak.

Este desdichado periodista sufrió la misma suerte lamentable que una larga lista de compañeros, a lo largo de la historia de los conflictos armados, desde que la prensa informa en los campos de batalla. Son los riesgos que conlleva un peligroso trabajo como el suyo. Pero las especiales circunstancias políticas de la participación de España en aquella guerra, propiciaron un ambiente tal, que cualquier hecho directa o indirectamente relacionado con la misma era sectariamente utilizado en la lucha política sin el más mínimo escrúpulo.

Y ese fue “el caso de José Couso”. La irresponsabilidad y falta de ética profesional que se observa aún en un caso como este, es repugnante. Nadie se molestó en valorar las circunstancias en las que se produjo el hecho. En un combate. En un combate callejero; el más mortífero, según la opinión de los expertos en conflictos armados.

Una silueta agazapada en un balcón con un artefacto sobre el hombro (a trescientos metros una cámara no es necesariamente una cámara). Un carro de combate que tiene como misión limpiar de nidos de francotiradores el area, antes de la llegada de los combatientes a pie. Un tripulante con 190 pulsaciones por minuto, que teme más que a nada ser enfilado por un posible lanzagranadas, única arma a la que es vulnerable. Y , finalmente, salta la alarma de un posible emboscado en un balcón a trescientos metros. Después, la tragedia.

¿Qué creían esos “compañeros”, que lo más cerca que han estado de un frente de batalla ha sido viendo películas bélicas con un cucurucho de copos de maíz en la mano, que el jefe del carro iba a convocar a sus tripulantes en asamblea para evaluar el objetivo?

Pero el asunto no era que había muerto un periodista. El asunto era que se trataba de la guerra de Aznar. E incluso periodistas de tendencias no socialistas, en este caso, dejaron destilar ese, al parecer, indeclinable espíritu de cuerpo que oscurece todo rastro de espíritu crítico. Cualidad esta que se supone debe constituir la primera virtud del periodista.

Evidentemente el tanquista era del bando de los malos de la película. Película en la que además el bueno, que seguro que lo era, no era un combatiente. Y, por si fuera poco, estaba grabando desde el lado de los buenos. A su compañero Anguita, muerto en un transporte de tropas americano, no se le supuso vìctima de nadie. Claro. Trabajaba desde el bando de los malos y los causantes de su muerte disparaban desde el lado de los buenos.

O sea que seguimos en lo de siempre y la “levantada de alfombra” de WikiLeaks se produce en nuestro lado. El lado de los malos. Otra vez.

Se leen por internet análisis de todo tipo sobre este “fenómeno”. Incluso se habla de una campaña de destabilización de los EEUU propugnada por el própio Obama. Este sería, en realidad, un infiltrado que persiguiría la destrucción de su país. Delirante. Resíduos de una rídícula clase de nostálgicos paranoicos de la guerra fría que, como deben de padecer el Síndrome del Hermano Pequeño, consideran la actual situación interna y externa mucho menos divertida de la que “gozabamos” sus mayores, y tratan de maquillar con escenarios fantasmagóricos de papel maché un panorama de tensión internacional al que, para su desgracia y nuestra fortuna, le falta una URSS que llevarse a la boca para completar el “revival”.

Y, a propósito de la guerra fría, tal vez la pregunta pertinente sería, hoy como entonces: a todo esto, ¿para cuándo los Papeles de la Asamblea de Pueblo Cubano? ¿tendremos que esperar a la extinción de la dinastía de los Castro para saber quién mato a Camilo Cienfuegos? ¿qué incrementos del Pib cubano, correspondientes a los ingresos por tráfico de drogas, justificaron el fusilamiento de un chivo expiatorio personificado en el general Ochoa? ¿qué papel desempeñan los servicios de inteligencia cubanos en el negocio de la droga de los cárteles narco–guerrileros colombianos? ¿ o en las facilidades con que cuenta la ETA en el area?

Y esto solo por hablar de Cuba. Podríamos preguntar también por las implicaciones de los servicios secretos de Paquistán en el desarrollo de la bomba nuclear iraní, por ejemplo… Añadamos los archivos nacionales de la interminable lista de estados dictatoriales, caudillistas, mollahrquías y totalitarios que facilmente extraeríamos de entre la nómina de miembros “progresistas” de la ONU, y llenaríamos varias enciclopedias.

Ay amiguín, pero ese es otro cantar. En esos paraísos no se la agarran con papel de fumar. Todavía hay miles de archivos reservados, cerrados a cal y canto, en Rusia, veintitrés años después del derrumbe del tabique. Y fíjate si no habrá corruptos potenciales para intentar sobornar en la patria de la corrupción,... Pero allí, cuando alguien saca los pies del tiesto, acaba comiendo algo en Londres que le sienta pésimamente, traído expresamente para él desde un restaurante de la plaza del Kremlin. Entonces, ¿para qué arriesgar el pellejo si lo tenemos chupado con nuestras propias miserias, y que además son la munición preferida por los aguerridos combatientes de las guerras por el poder, que la pagan a precio de oro?

O sea, que la reciente Recicladora Multinacional de Basura Mediática no aporta nada nuevo. En realidad el invento es antiguo, y todo lo que cuenta ya estaba más o menos en la calle. ¿Cual es la clave entonces de su fulgurante éxito? Ninguna. Es algo automático. Algo que tenía que pasar. Es una “actualización”. Como todo.

En un mundo global, la bazofia debe ser igualmente cósmica.

Así de sencillo.